5 años después: Luna de miel.

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Souichi estaba calmándose bajo la tibia lluvia de la regadera esperando que su cabellera se humedeciera. Descansó sus manos y su frente sobre el frío mármol negro mientras el agua recorría su desnudez.

Ya estaba hecho y no había vuelta atrás. Levantó su mirada borrosa para apreciar el arillo de su dedo anular ¿cómo un objeto tan pequeño podía ser tan pesado? El agua sobre su cuerpo le seguía recordando que todo lo que estaba viviendo era real.

Tocó su corazón para sentir lo acelerado de su ritmo, abrió más la llave para sentir esa suave lluvia de forma violenta. Reguló la temperatura más caliente, el agua fría tampoco había servido de mucho. Los vidrios se empezaron a empañar lentamente.

Cerró los ojos al recordar el viaje tan largo que habían tenido en avión. Estaban al otro lado del mundo. Un viaje trasatlántico los llevó a un país de locos. Calles inundadas de luces, anuncios, personas, automóviles, grandes edificios y ruido, mucho ruido.

Llegaron a un país en donde a nadie le importó verlos tomados de la mano cuando llegaron al lobby. Llegaron a un país en dónde a nadie le importó que ambos compartieran una habitación con una sola cama.

Llegaron a un país donde Tetsuhiro lo besó en la boca, en medio de un mar de gente. Recordó la mirada llena de su pareja. Travesura y complicidad en sus ojos.

Souichi quiso morir en la escalinata del hotel, se sintió un poco avergonzado pero el agarre de Morinaga no cedió, con un beso de nariz y otro en su frente, su esposo le susurró: Todo estará bien

Muchos vieron ese beso y nadie, absolutamente nadie dijo algo al respecto. De hecho, no les importó, y todos siguieron el flujo de sus vidas.

Souichi alzó el rostro para que el agua pudiera calmarlo, sintió como las gotas se estrellaban contra su piel, necesitaba sentir aquello para comprobar que todo era real. Enseguida buscó a tientas su shampoo, pero en esos momentos escuchó prendas de ropa caer al suelo. La puerta de vidrio se abrió permitiendo el paso al vapor, aquel ostentoso baño ya estaba lleno de calidez.

—Yo lo hago.

Morinaga le quitó de las manos el envase, Souichi se quedó quieto en el acto. Cerró los ojos para no perder los estribos, estaba en una encrucijada entre correr a ese tipo y salir huyendo, pero al sentir las manos amables del hombre se le nublaron los pensamientos, justo como el vapor de aquella habitación.

—No te preocupes, no haré nada que no quieras.

Lavó su cabello diligentemente, aún seguía pensando que compartir la ducha era algo peligroso, incluso estaba esperando algún grito o algún golpe, pero no sucedió nada. Se sorprendió al ver que Souichi trataba de estar tranquilo, tal vez no se sentía cómodo. Después de todo era una invasión a su privacidad.

—Creo que... mejor te dejo solo.

Tatsumi abrió los ojos de repente al sentir que aquellas manos abandonaron su cabellera. No había por qué pensarlo tanto, después de todo, debía ser algo natural en ellos.

Tomó su mano y con un susurro amortiguado por la regadera le dijo.

—Quédate.

Tetsuhiro sonrió con suficiencia y siguió con su tarea, no podía ver el rostro de su senpai, pero con mirar sus orejas enrojecidas bastaba para decirle que estaba haciendo un esfuerzo encomiable.

No haré más que solo lavar tu cuerpo— le dijo mientras sus dedos dibujaron caricias en su espalda.

—No-no se trata de eso—Souichi estaba claramente nervioso— ¿acaso no es normal hacer esto?

Destino Boukun* 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora