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No le gustaba. Ese granito casi invisible le sacaba de quicio. Esa marca de nacimiento cerca de su boca le molestaba. Y aunque el lunar en la punta de su nariz le pareciera original también lo tapó con el corrector, al igual que hizo con sus ojeras. Se puso un poco de sombra de ojos en los párpados restregándola con el dedo anular. Se tocó sutilmente los mofletes con el colorete en barra y lo difuminó después. Luego se hidrató los labios con su bálsamo preferido.

Se miraba en el espejo con recelo, reprochándole a la deliciosa comida de su abuela el que viera una pequeña pancita en el reflejo. Desvió la mirada a su armario abierto y pensó en lo que se iba a poner para tapar esa tripita.

Se puso uno de sus atuendos favoritos. Era todo heredado de su padre, pero no le importaba. Era vintage, elegante y además le hacía sentirse un poco más cercano a él, más cálido con algo que vio a su padre ponerse. Los pantalones de vestir eran beige y sueltos en las piernas pero ajustados en la cintura, marcaban bastante bien su figura. Se remetió una camisa blanca simple por dentro y se puso un jersey ligero sin mangas del mismo color del pantalón. Lo adornó con una corbata verde y azul. Por último se puso unos mocasines de cuero marrones, un par de pendientes colgantes que se balanceaban cada vez que movía la cabeza, unos anillos finos en cinco dedos alternados arbitrariamente y unas cuantas pulseras, algunas de hilo, otras de bisutería, todas igual de delicadas.

Para cuando estuvo satisfecho con la indumentaria ya eran las seis y media. Se estaba peinando-despeinando los rizos de su mullet que estaba demasiado largo cuando recibió un mensaje de Jungkook de que le estaba esperando en el portal.

Salió corriendo de su cuarto ignorando a su abuela cantarina tarareando algo sobre que su nieto tenía una cita y salió de casa. Con el móvil en la mano, las llaves en un bolsillo y la cartera en el otro bajó las escaleras. A través de la puerta de cristal vio a Jungkook esperándole fuera. Otra vez, no pudo evitar la sonrisa que apareció en su cara.

Jungkook iba todo de negro. Estaba de espaldas pero Taehyung juraría que la camiseta que llevaba era del mismo color que las botas militares, los pantalones bombacho, la chaqueta de invierno y el gorro pesquero. Negro.

Y, sí, cuando Jungkook se giró al escuchar la puerta abrirse detrás de él, Taehyung confirmó sus sospechas. Jungkook llevaba una camiseta negra, lo único con un poco de color eran las letras blancas en las que se leía 'balenciaga'.

"Hola." Jungkook le sonrió sin sacar las manos de sus bolsillos y señaló el coche que estaba en frente del portal con la cabeza.

"Hola. ¡Cuánto tiempo!" Bromeó Taehyung y le bajó la parte delantera del gorro a modo de saludo sacándole una sonrisa a Jungkook. "Has llegado tarde..." Se burló de nuevo mientras caminaban hacia el coche.

No sabía si era cosa solo de él pero sentía una tensión... No sabría cómo describirla, pero cuando se sentó en el asiento de copiloto del Hyundai ioniq la sintió más. La atracción cada vez era más fuerte, como imanes. Jungkook se le quedó mirando por un largo rato, examinando todo su atrezzo. Le miró de arriba a abajo y de abajo a arriba como si fuera un escáner. V vio la forma en la que se le formaba una sonrisa al menor a medida que subía la mirada a su rostro y ahí se detuvo un rato más largo. Examinó su cara como intentando encontrar algo, quizás el lunar que Taehyung no sabía que a Jungkook le gustaba. O, quizás estuviera pensando que estaba despampanante pero no lo decía porque sería raro en una quedada de amigos.

Se notaba que los dos estaban nerviosos. Jungkook veía desde el rabillo del ojo a V jugando con los anillos, haciendo que giraran en torno a sus finos dedos. Y, para Taehyung era difícil ignorar las orejas rojas de Jungkook y su mano derecha temblando levemente mientras metía las llaves del coche para encender el motor.

·PLAYBOY· (kookv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora