Alquimia

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En la celda solo había una cama con una manta raída. Ni hogar, ni brasero. Nada con lo apaciguar el viento frío que se colaba por todos los rincones del monasterio. Rey pensaba que haberse criado en los arrabales de Jakku ya era malo, pero no envidió al niño que había crecido en ese lugar. En silencio y soledad.


Rey se arrebujó bajo el hábito robado y se puso manos a la obra. Puede que el monasterio estuviese alborotado con el asesinato del abad Snoke, pero aún podían descubrirla si no se daba prisa.


Según su información, el códice estaba allí. No había mucho donde mirar, pero en su experiencia, eso lo hacía más fácil.


De rodillas, Rey empezó a golpear con los nudillos en cada baldosa de piedra, escuchando, hasta que por fin reconoció el sonido hueco que buscaba.


Sonriendo, metió los dedos por los bordes y tiró con fuerza para descubrir el escondite.


Allí estaba. A la vista solo un libro polvoriento, pero en su interior podía estar uno de los mayores descubrimientos del mundo.


Por fin los secretos de la alquimia estaban a su alcance. Ahora solo tenía que encontrar al autor, cuya firma resaltaba en la primera página por su hermosa caligrafía: Ben Solo.

Septiembre2020 microficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora