Inducción

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Rey sabía que el campamento de la Resistencia era seguro

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Rey sabía que el campamento de la Resistencia era seguro. Allí, escondidos en medio del bosque, se respiraba lucha, ganas de mejorar las cosas.

Sin embargo, ardía en deseos de largarse de una vez. No encajaba entre esa gente, tan llenos de...

Esperanza.

Sabía que Ben sentía lo mismo. Lo había visto deambular sin rumbo, charlando a veces con Finn, el caballero que los había ayudado a escapar de Starkiller y que allí había encontrado algo bueno por lo que luchar.

Su madre se había ido, y poco podía hacer. Al final, se había refugiado en la forja.

Estaba allí ahora, junto a un pequeño horno de adobe en el suelo. Por el agujero superior salía una llamarada blanca con una fuerza que Rey nunca habría creído posible, como si un dragón estuviera escupiendo el fuego desde dentro.

A su lado, estaba el herrero, que le escuchaba con gran atención. Ben señalaba lo que parecían montículos de tierras de colores, como un vendedor de especias.

- ... y por fin níquel y cobalto. Mejora la resistencia y la dureza del acero – le oyó decir al acercarse – Usa solo estas proporciones.

- ¡Con estas armas la Orden de Ren está acabada! – exclamó el herrero dándole a Ben una buena palmada en el hombro antes de ir a por más hierro.

Ben se quedó allí rígido, mirando el fuego.

- ¿Se lo vas a decir? - preguntó Rey.

Cuando él no contestó, continuó:

- Que la Orden de Ren ya tiene esas armas. Porque tú se las distes.

- ¿Quieres algo? - le espetó Ben volviéndose hacia ella. La nueva cicatriz que le cruzaba el rostro resaltaba contra la palidez de su piel, aún convaleciente.

No parecía un buen momento para aquello. Tal vez nunca lo sería.

- ¿Qué hay tan importante en tu libro?

Ben, predecible, apartó la mirada, pero eso no iba a pararla.

- ¿Puedes transformar el plomo en oro? - preguntó burlona.

Él volvió a mirarla, una ceja alzada.

- ¿Eso es lo que quieren las brujas? ¿Oro?

- ¿Acaso conoces más brujas? - preguntó Rey extrañada.

- Solo a ti – respondió Ben, su voz atravesándola de pies a cabeza, sintiéndose expuesta ante la sola idea de que de alguna forma hubiese llegado a conocerla. A ver como era.

Pero el hechizo se rompió rápido.

- Pero por inducción he supuesto que eso es lo que queréis todas – continuó petulante.

- Supones mal – dijo Rey cortante, ganándose una risa queda de él.

Pasó un momento de silencio, en el que solo se escuchaba el silbido del horno.

Entonces, Ben volvió a alzar la voz:

- Puedo. Convertir el plomo en oro. Pero no es eso lo que quiere la Orden de Ren.

Rey le miró extrañada.

- ¿Hay algo mejor que la riqueza?

- Si – dijo Ben firme - La vida eterna.

Septiembre2020 microficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora