Final

50 7 0
                                    

Estaba vivo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba vivo. Era imposible pero lo estaba. De alguna forma había caído al foso sin golpear con nada, había entrado bien en el agua y después no le había caído nada encima a pesar de estar al lado de un edificio derrumbándose.

Suerte. Había sido una suerte milagrosa.

- Pondrá la suerte de tu lado - le había dicho Rey al colocarle la pulsera en la muñeca.

- Si confiaras más en tu corazón que en tu cabeza, tú también me sentirías – le había dicho también.

El recuerdo una verdad amarga ahora.

Pero no podía ser. Se negaba a creerlo mientras metía las manos entre los escombros y apartaba piedra tras piedra buscando como otros del pueblo que se habían acercado a ayudar. No quería creerlo porque lo único que sentía era frío. Un frío extraño. Un vacío junto al corazón al que se asomaba lleno de horror. No podía ser, tenía que encontrarla, y para eso tenía que seguir cavando.

Primero encontró una mano. La pulsera roja sucia y rota sobre la muñeca. Luego un brazo. Poco a poco, Rey fue apareciendo bajo las piedras hasta que por fin pudo sacarla y tomarla en brazos. Pero en cuanto Ben la vio se dio cuenta de que ya no era Rey. Ya no estaba allí. Solo era su cuerpo roto, sin aliento, con un corazón silencioso. Y por un segundo, deseó que su propio corazón también callara para siempre.

- Lo siento – susurró. La visión del rostro gris de Rey se volvió borrosa por las lágrimas. Sin fuerzas se inclinó para abrazarla contra él, los labios contra su oído frío – Lo siento, Rey.

Si pudiera, si solo...

Entonces se irguió y buscó en su bolsillo.

El elixir de la vida lanzaba destellos carmesí entre sus manos llenas de polvo. Con cuidado, intentando no derramar nada con el temblor de las manos, vertió el líquido entre los labios de Rey.

Cerró los ojos, incapaz de ver como su idea fracasaba, pero rezando igualmente para que ocurriera un milagro.

Cuando una mano cálida se posó sobre la suya, pensó que la locura por fin le había alcanzado.

Abrió los ojos y vio a Rey mirándole en su regazo, una expresión de maravilla en el rostro.

Ella se levantó, sin apartar la vista ni un momento, una tímida alegría que fue creciendo hasta que la iluminó entera.

- Ben – susurró, y entonces se lanzó hacia él para capturar sus labios.

Él la abrazó con fuerza, sin poder creer que el fruto del trabajo de toda una vida hubiese funcionado justo cuando tenía que hacerlo.

Una risa burbujeó en su garganta hasta estallar en el beso, haciendo que Rey también se riera. Una risa de puro alivio, de triunfo, de una alegría febril que encendió un calor en su interior que poco a poco tomó la forma de un corazón.

"Te siento", pensó Ben "Te siento".

Septiembre2020 microficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora