Capítulo 9.

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De pie frente al viejo y polvoroso letrero de aquel extravagante local, y observó nuevamente la tarjeta entre sus manos.

Quizá sólo había sido una coincidencia encontrar el lugar y luego, a mitad de la noche en un parque, justo sobre la acera iluminada débilmente por el poste de luz, encontrar una tarjeta con el nombre.

Sí... Quizá sólo había sido así.

Realizó una mueca con sus labios, repitiendo el proceso al menos dos veces más, antes de escuchar una voz.

—¿Vas a entrar o te vas a quedar ahí todo el día?

De inmediato levantó la cabeza, observando a todas partes para encontrar a la persona que le había dirigido la palabra, pero no vio a nadie.

Sin embargo, repitieron las palabras.

—Dije, ¿vas a entrar o te vas a quedar ahí todo el día?

Esta vez, Lisa volteó justo a tiempo para ver a un hombre usando un delantal verde en la calle frente a ella. Sostenía una escoba en la mano y le hablaba a un anciano entre risas. Probablemente ya se conocían.

—Nunca escuchas lo que digo, viejo amigo. Siempre tengo que repetirlo en voz alta —murmuró con una sonrisa—. Vamos, pasa.

Y ambos se perdieron dentro del local de electrodomésticos.

«De acuerdo, eso fue extraño.»

Volvió nuevamente su atención al local frente a ella y suspiró. Pero volvió a sobresaltarse cuando, en un inesperado movimiento, un gato negro saltó del tejado y se posó a unos metros frente a ella. La observó con esos indescriptibles ojos ambar unos instantes, y movió la cola de lado a lado.

«...Muy extraño.»

El gato, sin darse cuenta de que la mujer parecía estar ligeramente asustada, observó el local a su lado y maulló unas cuantas veces, regresando la mirada hacia la mujer. Como diciéndole que ingresara porque allí podía encontrar lo que buscaba... Aunque ni siquiera ella misma sabía qué era con exactitud.

«Espera... ¿Lo gatos negros no son los gatos de la mala suerte? No soy supersticiosa, pero...»

El animal, al notar que la mujer no se movía de su sitio, se levantó y caminó hacia ella, paseando entre sus piernas y restregándose con dulzura. Era casi como si intentara tranquilizarla...

—Oh... Sólo eres un lindo gatito, ¿no es así? —Lisa se puso en cuclillas frente a él y empezó a acariciarlo, recibiendo ronroneos de su parte.

Finalmente, él se separó de ella y maulló un par de veces, empezando a caminar dentro del local, frenando cuando estuvo a unos pasos de entrar y observando de vuelta a la humana.

—Quieres que yo... ¿Quieres que vaya ahí... contigo?

Él volvió a maullar y entró.

—Debo estar volviéndome loca si pienso seguir a un gato negro a un lugar como ese...

Pero, pese a sus pensamientos, suspiró y lo siguió.

Al entrar, debía admitir que el lugar le resultaba ligeramente familiar. O bueno, no en sí el lugar, sino más bien el contexto, la decoración, lo que significaba.

Las paredes cubiertas con papel tapiz de color rojo y adornos un tanto... extravagantes. Atrapa sueños, guirnaldas y un par de cuadros con pinturas muy... extrañas.

El gato maulló una vez más, llamando su atención, y se trepó de una silla hacia la mesa, y de allí hacia una larga superficie de madera que contenía todo tipo de libros. Empezó a caminar en ella lentamente, todo bajo la atenta mirada de Lisa, cuando se topó con el final y maulló.

Soulmates┊ChaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora