Un espacio dedicados a cualquier rockero de los 60's, 70's, 80's y 90's
Si amas a estos hombre igual que yo, este es tu lugar.
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Cuando eres joven, el futuro no te preocupa en lo absoluto. Cuando eres joven, no piensas en que sucederá después. Cuando eres joven, vives la vida al máximo, únicamente disfrutando de las fiestas y locuras que nos brinda la noche.
Alcohol, drogas, mujeres... Ya saben, la vida de un rockstar.
Cuando eres joven, no te interesa el amor honesto, verdadero y duradero, solo piensas en cuantas chicas puedes conquistar para llevarlas a la cama después. Ese fue mi caso durante años, especialmente cuando nuestra carrera iba en ascenso.
Van Halen estaba en sus épocas de gloria, en donde llegábamos a la lista de primeros lugares de los Billboard y eso era ya un logro magnifico, aunque eso no me bastaba. Hice de todo junto a mis compañeros y mi hermano para seguir alcanzando la gloria anhelada, y cada vez en que lo lográbamos, terminábamos en cualquier lugar emborrachados con litros de vodka, pero solo Dios sabe cuánto le agradecí por haberme dado una conciencia tan torpe, porque fue gracias a ello cuando conocí a quien sería el amor de mi vida.
- Oh por... Mírate David, estás tan... - ¿Qué?, ¿hermoso?, ¿sexy? Puedo escucharte todo el día, Van Halen. - Iba decir de tu asquerosa cara con el vómito debajo de la boca, pero considéralo como quieras - Una noche de fiesta normal, esto era tan común de ver. - Jódete, Eddie - Ambos reímos - Por cierto, ¿a dónde fueron Alex y Mikey? - Debieron haber vuelto con la cerveza ya, prefiero irlos a buscar - Con la poco cordura que tenía, me levante del sillón de esa sala VIP, más de estar preocupado por ellos, estaba más deseoso por una lata de esa bebida deleitable para el paladar.
El club por fuera estaba inundado, tal vez por esa razón los chicos no habían regresado, preferían estar alrededor de la atención de las personas. La vista se hacía borrosa conforme avanzaba entre la muchedumbre con la esperanza de llegar a la barra, cuando alcancé la meta, terminé por casi caerme encima de los taburetes de madera.
- Mierda, ¿te encuentras bien? - De maravilla - Mentí, el mareo me hacía querer desvanecerme y vomitar al mismo tiempo, necesitaba darme un descanso del alcohol, y no sabía cómo hacerlo puesto que la adicción me exigía por más. - No lo pareces en realidad, ¿necesitas ayuda? - Apenas alcé la mirada de quien me auxiliaba, cuando cerré los ojos y todo se volvió en obscuridad.
Ni una sola alma, ni la música o el gentilicio quien pudiera hacerme volver a reaccionar, solo una vocecita dulce y delicada que por extraña circunstancias, me hacían recordar la calidez con la que mi madre me despertaba.
