Proyecto: Adán y Eva - Capítulo V (5)

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V

Las nuevas ciudades, construidas en varios puntos del globo, emergían como el símbolo de una nueva era. A pesar de lo rudimentario de la tecnología, ya que aún no eran capaces de comprender y reproducir los diseños de sus antepasados, habían establecido una amplia red de comunicaciones que les conectaba entre sí. Por desgracia las herramientas de sus padres, faltas del mantenimiento adecuado, gradualmente dejaban de funcionar. No sería tan fácil cortar la roca y tampoco serían capaces de transportar grandes y pesados objetos a base de manipular la gravedad. Ahora se verían obligados a ingeniárselas para crear nuevas utensilios que les facilitarían el trabajo.

Lentamente las ciudades se aislaron, puesto que ahora sus habitantes se preocupaban más por conseguir los suficientes medios para sobrevivir, que de construir monumentos o estudiar su entorno. Sin la ayuda de la tecnología, estaban condenados a que su modo de vida se resintiese. Tras haberse convertido en esclavos de lo que no alcanzaban a comprender, se amoldaron a una existencia sobrenatural que acababa de llegar a su fin.

Dentro de la inexistencia física del tiempo se produjo un agujero. La nada impuso un silencio absoluto donde el cantar de la naturaleza volvió a imponerse. Las selvas se apoderaron de las ciudades, los bosques partieron en dos sus carreteras, los océanos se tragaron sus torres y los ríos arrasaron las viviendas.

Pero no fue el final.

La semilla del espacio se había esparcido de tal forma, que aún perduraba en los lugares menos inesperados del planeta. No era lo mismo. Ni siquiera se asemejaba a la prosperidad que la nueva humanidad había alcanzado desde su momento más básico hasta que alcanzó su cenit, pero sí que aseguraba la continuidad de la especie.

El conocimiento arraigado en los genes de los supervivientes del desaparecer silencioso, no tardaría en florecer de nuevo. Muy pronto se verían construyendo poblados que se convertirían en ciudades, huertos que evolucionarían a plantaciones, caminos que se transformarían en autovías. Una especie más autóctona que la anterior, pero con el regalo genético de los viajeros del espacio.

*

Más tarde, aquellos supervivientes encontrarían evidencias de aquellos antiguos seres, olvidados por el tiempo, en extrañas tablillas, en cuidados dibujos en las paredes de vetustos templos y hasta en escrituras donde las historias se relataban como leyendas.

En una de esas leyendas se hablaba del paraíso. El hogar elegido por su fértil terreno y por la facilidad con la que las mujeres alumbraban a nuevos descendientes.

Adán: Terreno fértil

Eva: La alumbradora

Así fue relatado, y así fue comprendido como el inicio de los días.

YA A LA VENTA

En el año 66 d.C. Judas de Galilea encabezó un alzamiento contra los romanos y reclamó el reino de Judea. Fue entonces cuando decidió enviar a su hombre de confianza en busca de la reliquia con la que sería coronado rey. La primera corona.

Puedes ver el video aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=ngdZVTPvRm0&feature=youtu.be

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