Capítulo 8.

390 48 99
                                    

Retorno: parte 2

Las estrellas ya brillaban en su totalidad cuando el pequeño empezó su regreso a casa. Se sentía devastado, como si una tempestad hubiese revuelto su interior, y estaba triste, más de lo que él mismo sabía o quería reconocer. Quería decir que hacía una noche oscura, tapada por las nubes y con una luna menguante que casi no se apreciaba. Quería decir que hacía frío, que el invierno aún no se había ido, que si él estaba triste, el ambiente lo estaba aún más. Pero no era así, la luna brillaba clara y redonda en el firmamento bañado de estrellas, la brisa que recorría los árboles y su ropa era cálida y portaba consigo las fragancias de las flores que se habían empezado a abrir.

La tarde de aquel día había sido fatídica y deprimente, con lluvia y nubes y lágrimas, pero ahora, frente a él se encontraba un paisaje digno de un cuento de hadas. Que ironías tenía la vida, que justo cuando la suya se iba al garete se le mostrase un paisaje tan celestial, que no podía sino indicar un mejor porvenir. Pero aquello no lo sabía el peliverde, no sabía que el futuro se presentaba ante él mejor, brillante, con una nueva oportunidad. Así que solo se dedico a seguir con la cabeza baja y su paso marchito hasta que llego a su casa entrando con un suspiro.

Lo que no se esperaba el pequeño era escuchar el ruido de la tele encendida, junto con una suave risa de fondo, como si una conversación divertida se estuviese llevando a cabo, claro que solo escuchaba una voz, lo que le llevó a entrar silenciosamente en la sala, sin querer entrometerse en una conversación de su madre con su invitado. Pero al llegar solo encontró a Inko al teléfono y con una sonrisa en los labios, que al verlo le hizo señas para que se acercase hasta ella, cosa que el pequeño acató y entonces su madre le tendió el teléfono.

Izuku cogió el aparato y se lo puso a la oreja mientras murmuraba un "Hola?" Puesto que ni le gustaba hablar por teléfono ni sabía a quien se dirigía. Del otro lado de la llamada se escuchó una prominente y grave risa que fue inmediatamente reconocida por el niño.

-¡Joven Midoriya! ¿Cómo te encuentras?

Aquellas simples palabras alegraron profundamente al pequeño, que suspiró flojito mientras reía de vuelta. Quizás algunos podrían pensar que era extraño que Izuku se alegrase de escucharlo, pero para él, el gran héroe había adoptado una figura paterna en su vida, volviéndose aún más importante, pues el joven ya no solo sentía cariño hacia Toshinori como alguien a quien admiraba, alguien que le entrenaba o alguien que le cuidaba, sino que lo admiraba como a una figura paterna, algo que Izuku siempre estuvo buscando en los hombres mayores que conoció a lo largo de su vida.

Pero dejando aquello de lado, ahora tenía que contestar la pregunta que le había hecho el héroe, y no estaba seguro de cómo hacerlo. "Me encuentro... ¿Bien? ¿Mal? ¿Con ganas de saltar de un puente? ¿Con ganas de huir? ¿Queriendo hacerme bolita y no volver a salir de mi habitación nunca más?"

-Aceptable, estoy aceptablemente aceptable. ¿Y tú?- dijo riendo nervioso ante su ambigua respuesta. Un segundo de silenció lleno el espacio entre ambos, y entonces el mayor sonrió y dijo:

-Si tú estás aceptable, yo también estoy aceptable- dijo su ex profesor mientras se disponía a cambiar de tema con rapidez. Pero en esas palabras el joven encontró un significado oculto "Si tú estás bien yo estaré bien, y si tú estás mal yo también, y estaré como tú quieras que esté, así que confía en mí para compartir como estas y como estamos".

El pequeño sonrió sutilmente y una lágrima salió escurridiza de su ojo, sin darle tiempo a ocultarla de su madre. Esta sonrió con pena y tomo el móvil mientras se despedía del rubio con amables palabras. Y en cuanto lo hizo tomo los brazos de su hijo estirando de estos para que acabase junto a ella, apoyado en su pecho de nuevo, como cada vez que se sentía mal y quería llorar.

New Friends ~ [Dekubowl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora