358.-

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Sus miradas se encontraron casi de inmediato. El castaño sentado en su cama y el rubio de pie a la altura de la puerta, cabello húmedo debido a la reciente ducha que había tomado y el cambio de ropa limpio adornando su cuerpo hacían contraste con el cabello despeinado del menor a causa de recién haber despertado y sus arrugadas pijamas azules claro, provocando que el mayor de los dos sonriera con ternura ante la adorable escena frente a él.

—¿Dormiste bien? —Le preguntó después de un momento en silencio, tomando asiento en su propia cama quedando casi frente a frente el uno del otro.

—Uhm... —Exclamó casi para sí mismo, sin dejar de ver al mayor, podía sentir el corazón en la garganta y los nervios acumularse en su cuerpo. Realmente no esperaba que eso iba a ser lo primero que iba a escucharlo decir, podía significar dos cosas: él no lo había traído del baño a la habitación ó estaba esperando que tuviera iniciativa en el tema y dijera algo al respecto. Por lo que solo atinó a asentir con la cabeza, recibiendo un ligero "uhm" de parte del contrario. —Tu cabello es rubio... —Susurró, intentando desviar la atención de si mismo, paseando curioso la mirada por el rostro del mayor, haciéndolo sonreír en respuesta.

—Se honesto, ¿me veo bien? No mientas. —Contestó después de un rato, manteniendo su sonrisa ante su uso de palabras, haciendo que el menor rodara los ojos con diversión.

—¿Honestamente? —Preguntó de vuelta, siguiendo el juego.

—Honestamente. —Respondió, sonriendo ladino mientras asentía.

—¿Esperas que te diga que tu belleza es natural y que siempre te ves bien? —Se burló, memorias de la última conversación que habían tenido por mensajes de texto invadiendo su cerebro, provocando que el mayor solo se encogiese de hombros, sin apartar la mirada del menor.

—No sé, soy tu bias, tú dime. —Y esas siete palabras fueron lo único que el castaño necesitó para que sus mejillas se adornaran de aquel característico tono carmesí, llevándose las manos al rostro para cubrir cualquier evidencia.

—Hyung... —Alargó la palabra, contagiándose de la risa del contrario en el momento que lo escuchó.

—Es temporal. —Lo escuchó decir después de un rato.

—¿Mhm? —Confusión adornó sus delicadas facciones, ceño fruncido y cabeza ladeada.

—Tinte temporal. —Dijo apuntando su cabello, el menor abrió los labios y los ojos de manera cómica ante la nueva información, haciéndolo sonreír. —Se cae al bañarme, debo ponerlo antes de salir de casa.

—¿Nunca fue menta en realidad? —Preguntó en un fingido tono de ofensa, alzando las cejas y cruzándose de brazos. —He vivido en una mentira todo este tiempo.

Un silencio cómodo lleno la habitación después de que compartieran otra ronda de risas ante su pequeña platica. Ya era casi una costumbre nueva, no llevaban tanto tiempo viviendo juntos pero lo suficiente para formar pequeñas conversaciones y disfrutar de la compañía del otro sin tener que formar frases coherentes que llenaran los silencios que se formaban una vez que la charla terminaba.

El castaño jugaba con sus manos en su regazo, sumergido en sus pensamientos mientras que al rubio le era imposible apartar la vista del contrario, provocando que su intensa mirada despertara la atención del menor, quien no tardó mucho en alzar sus ojos para encontrarse con su atención completamente en él, una confusa mueca no tardó en adornar su rostro antes de sonreír.

—Mi cabello es castaño natural, no se cae cuando me baño. Puedes dejar de verme. —Dijo burlón, esperando que el mayor riera pero cuando su risa no se hizo presente, la preocupación se abrió paso. —¿Tengo algo en la cara? ¿Por eso no dejas de verme? —Preguntó con rapidez, ambas manos paseándose por su rostro y cabello, como si pudiese borrar cualquier cosa que llamara la atención del rubio de esa manera.

—No, no... —Contestó con tranquilidad, negando con la cabeza antes de enderezar su postura y aclararse la garganta. —Solo me preguntaba si es cómodo dormir en una bañera.

Y con esa simple frase el menor confirmó lo que sospechaba: había sido él quien lo había encontrado durmiendo en el baño.

—Hyung... —Susurró, imitando sus actos y sentándose con la espalda completamente recta ante la tensión que invadió su cuerpo, el mayor volvió a negar.

—Solo quiero saber si esto tiene algo que ver con la confianza que nos tenemos el uno al otro. —Evidente confusión se reflejó en su rostro al escucharlo, provocando que el mayor soltara un suspiro. —¿Hice algo que te incomodó? ¿Dije algo que no te gustó? ¿Por eso te encontré durmiendo en la bañera?

—Qué. —Exclamó casi de inmediato cuando escuchó que terminó de hablar, inclinándose instintivamente hacia adelante con la intension de acercarse al rubio, mientras negaba con ambas manos y la cabeza. —No, hyung. No es eso.

—¿No?

—No. —Reafirmó, abriendo y cerrando la boca en clara evidencia de la falta de palabras que tenía para explicar la situación. Y nunca había odiado ser tan débil, el nudo en su garganta lo sofocó, su corazón no dejaba de latir con fuerza y sentía que el aire abandonaba por completo sus pulmones.

Era como si fuera una máquina de problemas, cada vez que intentaba hacer algo para no dañar a los demás, lo terminaba haciendo aunque no fuera su intención. Sabía que debía seguir el consejo de Jimin y simplemente contar su parte de la historia, pero había reprimido sus sentimientos por tanto tiempo que justo en ese momento le era imposible formar una frase coherente que explicara la situación, ni siquiera podía pensar con claridad.

—Hyung... —Un hilo de voz salió de sus labios, reflejando el estado vulnerable en el que se encontraba en ese momento, alertando al mayor en cuanto la primera lágrima bajó por su mejilla, provocando que el menor abriera la boca en busca de aire, abriendo los ojos con sorpresa por sus acciones y llevándose las manos a los labios para suprimir el sollozo que amenazaba con escapar. —Lo siento, hyung. Lo siento mucho...

Pero el mayor sabía que esas palabras no iban dirigidas a su persona, sabía que los sentimientos iban más haya de lo que había pasado esa misma mañana y que el menor había alcanzado su punto máximo en ese momento, por lo que no dudó en ponerse de pie y acercarse a él, rodeándolo con sus brazos como si se tratara de lo más frágil que alguna vez haya tocado, apretándolo sutilmente contra su cuerpo a manera de apoyo.

—Todo va a estar bien, Taehyungie... —Susurró contra su oído, tratando de reconfortarlo antes de alejarse de su cuerpo solo lo suficiente para tomar su rostro entre sus propias manos y limpiando cualquier rastro de lágrimas que cubrían sus mejillas, terminando por conectar sus miradas. —¿Quieres contarme qué pasó? —Preguntó despacio, intentando mantener la calma en el castaño. Silencio cubrió el lugar, aprovechando el momento para ver directamente cómo aquellos lindos ojos cafés que alguna vez mostraron diversión y ternura, lo miraban con tristeza, escondiéndose momentáneamente en cuanto el menor suspiró y asintió en respuesta a su pregunta, por lo que le sonrió cálidamente mientras acariciaba sus mejillas con dulzura. —Tomate el tiempo que necesites.

¿Qué hice? (Taegi/Yoontae AU) SEGUNDA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora