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Sus manos agarraban con fuerza su maleta, nudillos blancos ante la presión que ejercía, mientras se dedicaba a mirar con nerviosismo la puerta frente a él. Estaba a solo un paso de cambiar su vida por completo, de hacer todos sus sueños realidad, ¿entonces por qué sentía una presión en el pecho? Una que le recordaba lo difícil que había sido llegar ahí, y que las cosas no marchaban tan bien como parecían.

Ni siquiera registró el momento en que su mano se movió por si sola, como si estuviese en modo automático, yendo a parar al pequeño botón del timbre a un costado de la puerta, anunciando su llegada.

El aire en sus pulmones se atascó por un momento al ver dos siluetas aparecer en cuanto atendieron su llamado, una sonrisa plasmada en el rostro de cada persona, provocando que soltara el aire que había estado reteniendo todo ese tiempo a manera de suspiro.

—¡Taehyungie! —La alegre voz del más alto le saludó, sin darle tiempo de asimilar el momento en cuanto envolvió su cuerpo con sus brazos, dejándolo sin saber qué hacer, abriendo los ojos con sorpresa y rezando internamente para que el contrario no sintiera el frenético latir de su corazón contra su pecho.

—Suficiente, suéltalo. Lo vas a dejar sin aire, mírale la cara. Quítate. —Fue el turno de hablar del más bajo de los tres, tomándolo de los hombros para alejarlo del menor, procediendo a tomar la maleta en sus manos liberándolo del peso. —Ni siquiera se podía mover, ¿no viste su maleta?

—Estaba ocupado dándole la bienvenida, no como tú. —Respondió, rodando los ojos mientras se cruzaba de brazos.

—Namjoonie, no puedes hacer un berrinche frente a nuestro invitado. —Se burló.

—¿No tienes cosas que hacer, Yoongi hyung? —Preguntó con un ligero tinte rojizo adornando sus mejillas, frunciendo el ceño y dirigiendo la mirada al menor. —No le hagas caso, es un amargado, ya está grande. Hay que tenerle paciencia.

—¿Por qué mejor no vamos adentro? —El pelimenta sugirió, dirigiendo de igual manera, su mirada al menor, quien sólo atinó a ver a los dos hombres frente a él con los labios entreabiertos y las mejillas sonrojadas al sentirse intimidado por sus miradas. —¿Taehyung?

—¿Mhm? —Exclamó, saliendo de su trance, absorbiendo la escena que pasaba justo delante de sus ojos, asegurándose de que todo fuera real.

—Vamos adentro, debes estar cansado. —Repitió con una sonrisa cálida, posando la mano libre sobre el hombro del menor dirigiéndolo al interior de su departamento.

Su mirada curiosa recorrió cada centímetro que le fue posible del lugar, un tanto asombrado por la decoración minimalista y el orden que había en el lugar, aspirando el sutil aroma a coco que envolvía el lugar. Todo se veía reluciente y tenía miedo de arruinarlo con su torpeza, mirando con inseguridad el sofá que el mayor apuntaba con su mano, indicándole que tomara asiento.

—Ponte cómodo, Hoseok no tarda. —Murmuró, dejando la maleta a los pies del menor para proceder a tomar asiento a su lado, mientras el pelirosa lo hacía en el sofá frente a ellos, provocando que una vez más se sintiera encerrado en sus pensamientos, porque aquello realmente estaba sucediendo.

Estaba rodeado de las personas que más admiraba en el mundo, prestándole atención atentamente. Ni en sus sueños más locos hubiera imaginado que aquello ocurriría alguna vez, se sentía pequeño e intimidado, una parte de él estaba feliz, pero sabía que por más bueno que todo luciera, no había llegado a ese lugar de la manera más sincera, ni siquiera sabía por qué estaba ahí, no sentía que lo merecía, el sueño que había tenido siempre se había convertido en una pesadilla.

¿Qué hice? (Taegi/Yoontae AU) SEGUNDA PARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora