Las horas pasan con lentitud, y el templo cierne los sonidos del entrenamiento. Guy-sensei consideró factible entrenar a __ cuanto antes, empezando en ese momento, en los pasillos adyacentes a la sala principal del edificio. Para su diversión, el cotidiano entrenamiento que afrontábamos fue clausurado, transformándolo en un juego sencillo y de fácil comprensión: Las traes. Me enfurecí por la simpletud del juego, y encolericé al saber que ella sólo escaparía. No pude reprochar a tiempo, el entrenamiento había comenzado.
— Esto es ridículo—me quejé, susurrando, para que sólo mis oídos pudieran presenciar mi voz—, sólo va a escapar. No creo que se atreva a pelear.
Y como yo había supuesto, las horas pasaban y __ no daba señales de vida, al grado que, hastiado, hasta Guy-sensei propuso buscarla en conjunto. En las cuatro zonas que surcaban el templo, nos dividió, caracterizándome por la zona este, en la cual residía el centro de armamento. Aclamé mi buena suerte, porque no tenía ni la más mínima intención de perseguirla, planeaba practicar con las diversas armas que hallaría en un lugar tan especializado como ese, y me fascinó la oración.
En cuanto mis pies se depositaron en la sala, contreje mis pupilas, involuntariamente, y me escondí tras una pila de armaduras. Allí, yacentes sin piedad, se debatía el ejército que debíamos erradicar, persuadidos por una efímera mirada. No tardé en contener mi respiración, el escuchar pasos aproximándose, y por suerte, mi presencia no se interceptó. Las palabras de los generales, privados de jutsus, ejercían un papel confrontador en mi memoria. Retrocedí, frunciendo mi ceño, aventándome contra la puerta, mas estaba cerrada.
— ¿Qué?—me arrepentí de no haber localizado a __ como prioridad, y supuse que, por el escandaloso ruido de mi cuerpo azotando la puerta, ya había sido percibido—. Mierda—maldije.
— Hola, Hyuga—se arremolinó una voz, obligándome a alzar la vista con ferocidad.
Traicionera, __ Harada, la persona la cual nos había desvelado buscandola, enfatizaba con el enemigo. Me exalté en primer caso, y procedí a activar mi Byakugan como último recurso. Dentro de los cuerpos de cada hombre, de cada persona, fluía una desenterrumpida corriente de chakra, tintada de azul. Sin embargo, el cuerpo de __ era privado de esa capacidad. No podía percibir nada dentro de su cuerpo, no veía las corrientes de chakra ni sus recursos primarios. Desvié de nuevo mi vista a los hombres, para cercionar que no había desactivado mi jutsu, y comprobé que estaba en funcionamiento.
Como si estuviera leyéndome la mente, habló —¿Te sorprende no ver mis corrientes de chakra? —negué—. Tu rostro indica lo contrario, Hyuga. No le busques una explicación. No las ves, porque no tengo, y final. Y no te preocupes, ya alerté a Guy-sensei, en exactamente ocho segundos cruzará la puerta. Ocho.
El ejército colisionó.
— Siete.
Continuó con el conteo.
— Seis.
Los hombres se alteraron, reprimiendo sus fluidos.
— Cinco.
No intercepté nada aproximándose.
— Cuatro.
El movimiento había cesado, cegados por el pavor.
— Tres.
Restaban apenas números.
— Dos.
Su voz sonó ahogada.
— Uno.
Cerré mis ojos, buscando una mayor concentracion.
— ¡Cero!
Su voz se alzó.
Y como había medido, la aparición repentina de mi maestro causó fulgor en los guardias, quien no perdieron el tiempo en actuar. Las manos de uno de ellos, de aspecto andrajoso y poco agraciado, sellaron unos movimientos escrupulosos, que nos colocaron en alerta. Guy-sensei, a la par que Rocke Lee, ejercieron guardia, sin descubrir aberturas. Tenten sonsacó sus pergaminos, apilados, extendiéndolos sobre sus manos. Yo activé mi Byakugan, y me preparé para un ataque de mayor rango. Y __ simplemente se mantuvo estática, sin permitirse pestañear.
El primer dragón de fuego fue en su dirección, y todos nos preparamos para detenerlo, ya que sus reacciones fueron mínimas. Sin embargo, cuando restaban apenas centímetros para que su rostro ardiera, con una velocidad que jamás había presenciado saltó, cruzando sus brazos tras su espalda, dejando al descubierto dos kunais enguantados, y facilitó al cortar de cuajo la espalda del dragón, despedazándalo, desde la cabeza hasta la cola. No hubo tiempo de aclamaciones, porque el suelo bajo nosotros se precipitó y, al igual que el dragón, desapareció.
Condenados a caer en la nada, los eúforicos pergaminos de Tenten nos salvaron, invocando con fluidez una cuerda que nos salvó. De nuevo en tierra, nuestra respiración se cegó al ver la escena. Sin faltar ni uno, los cuerpos, impregnados de sangre, se esparcían por la sala. Alrededor de veinte soldados, lucían debilitados, no muertos, pero sin fuerzas para retomar la batalla. __ sólo profirió una encandilada sonrisa, casi inapreciable, y consiguió hacer una reverencia a Guy-sensei, agradeciendo estar en su equipo. Más tarde, se marchó, extendiéndonos unas cuerdas para atar a los guardias.
No pude comprender, ni cuándo ni cómo, los hechos habían sucedido. En diez segundos, los soldados yacían innertes en el suelo, sin siquiera conseguir hablar. Mi mente, sagaz en su mayoría, no comprendía cómo había resultado así. ¿Y si la técnica la había ejecutado ella, para distraer nuestra atención y vencer a los guardias por su cuenta? ¿Y si el objetivo inicial de __ era masacrarnos a todos, su equipo incluido? ¿Y si de verdad ella no era quién decía ser, cubriendo a una espía?
Sin embargo, la duda que más atormentaba mi mente, era una. ¿Por qué sus ojos se vieron tan desholados cuando agradecio su integración?
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Genios ( Neji Hyuga y tú)
FanfictionSiempre fui firme a mi destino, siendo tratado como escoria en mi clan, la desgracia al no ser el heredero. Sólo era yo, un ninja asqueado que jamás pudo entender las razones del mundo, dejándose guiar por la corriente. Hasta que un día, ante mis oj...