Capítulo 4: "Perdón"

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El mareo en los días continuos fue intenso. Tenía tanto dolor acumulado en mi sien que no se me permitió levantarme de la cama, lo cual, lejos de agradarme, reproché. Estaba enormemente enfurecido por la condición en la que ella me había puesto, y hastiado de seguir en cama, pedí dar un paseo hasta su casa. La primera impresión de mi tío fue pensar que mi cuerpo había recaído y quería entablar conversación con un médico. Al parecer, fuera de mi conocimiento, __ lo era. Se negó, mas luego, tras que Hinata pidiera acompañarme, se me concedió el permiso para llegar hasta su casa.

No fue sorpresa encontrarme con Rock Lee y Tenten a la salida, con una mueca de preocupación en sus rostros. Lee no tardó  en arremolinarse contra mí, expresando su desesperación por mi salud. Tenten realizó un semblante parecido, pero ella se limitó a golpear con suavidad mi hombro de forma reconfortante. Lo que me sorprendió, fue ver a __ tras ellos, con un ramo entre sus delgados dedos y una expresión vacilante en el rostro. No estaba sonrojada ni avergonzada, mucho menos incómoda. Mantenía un sosiego pulcro en su rostro, que por alguna razón, alteró el mío.

Sus brazos se extendieron lentamente, me tendió las flores, y, cuando yo las cogí, una leve inclinación en sus labios me propulsó a realizar el mismo gesto. El odio que había almacenado contra ella expiró en un  momento, hasta llegué a pensar que me agradaba, pero mi ensoñación fue derrochada con sus vocablos, que me alentaron el alma.

— Realmente no era mi intención visitarte, Lee me arrastró hasta aquí. También compró con mi dinero un ramo y me pidió entregártelo — contó, y sentí como mi ceño se fruncía y mis labios se arrugaban. Yo planeaba venir, igualmente. Aunque no fuese conocedora de que te gustan los girasoles, hubiese representado mis disculpas. De una forma indirecta, creo que tu situación es mi culpa. Ahora, ruego tu perdón, Neji Hyuga.

Aguardé con el semblante intacto, incrédulo ante la bruma de información que había articulado en unos segundos. Percibí como no cavilaba, como el resentimiento fúnebre empapaba sus facciones, y como, destilada, ojeaba mi cuerpo. Arrojé las flores, aún cuando Rock Lee se sostuvo de mi cuello y me balanceó, recriminándome, aún cuando Tenten acariciaba la espalda de __ en un tenue consuelo, aún cuando la misma persona que me había obsequiado aquel ramo marchito escrutaba los girasoles arrollados en el pavimento, sin despegar la mirada de los exóticos tonos que poseían.

Me pregunté, exaltado, qué pensaba sobre mis acciones, sobre el repudio que resguardaba en mi interior sobre ello, mas __ se limitó a cabecear, notificando que debía revisarme. Aquello, aunque tolerante, me parecía inútil. Ella había causado mi enfermedad, y aunque pudiese deshacerse de ella, la culpabilidad aún azotaría su pecho. Al menos, así lo pensaba.

Su casa no era un edificio grande, ni muchos menos voluminoso. El ocioso calor que energía del interior era cautivador, y aunque mi estado requiriese unas temperaturas ínfimas, agradecí sentir que mi cuerpo retomaba su temperatura usual. El grisáceo tatami, prolijo y aterciopelado, nos condujo hasta lo que parecía ser la habitación de __, marcada con una baldosa descolocada sobre los gélidos tablones de madera. __ deslizó la puerta y nos indicó que podíamos entrar.

La habitación no era diferente del resto de la casa. El tatami que recubría el suelo, sin embargo, era casi invisible debido a los cientos de objetos depositados sobre él.
—¿No es complicado caminar sobre esta superficie? —indagó Rock Lee, recreando saltos alargados para evitar romper los objetos.

Yo no realicé eso. Pisé y rompí todo lo que necesité hasta arribar a la cama, un colchón mullido cencido sobre escuetas tablas de madera. Tenten frunció el ceño, irritada, mas no pronunció nada. __, al unísono que Rock Lee emitía un quejido al pisar algo que no debía, se aproximó hasta mí. Contemplé como se arrodillaba, en silencio, y como palpaba mi estómago.

La incomodidad se arremolinó en mi garganta, y aunque quería exigir que se apartara, sabía que no debía.

Reprimí un vómito cuando __ presionó con fuerza mi estómago, mostrando una concentración tan latente que evadí el dolor y friccioné mis labios. Oía, en la lejanía, como Rock Lee y Tenten batallaban por los objetos rotos, pero mi mirada, consternada, estaba sumida en el brillo opaco que los ojos de __ desprendían.

Desde el primer momento, su expresión, monoica, no me transmitió nada, y ahora, que había retomado una actitud distante con respecto a nosotros, intercepté como el caótico pero silencioso sonido que desprendía aminoraba mi repudio hacia ella.

Quizá no sabía como tratar a las personas. Según la información que Tenten me había otorgado, se había criado en soledad, lo cual apuntalaba, sus comportamientos irreales al entablar relaciones sociales. Aún así, ella seguía progresando, tratando de apaciguar el dolor que yo sentía en el vientre, y por un momento, olvidé que ella lo había causado.

Cercioré que Rock Lee y Tenten no nos observaban, y sujetando con delicadeza su nuca, besé su frente, desconcertado.

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2021 ⏰

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