Capítulo 8

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Cuando desperté ya habían pasado dos días desdes que le dije a Sebastian que al día siguiente su amo estaría bien, pero al parecer yo soy la que no reaccionaba y el hecho fue porque mi fiebre me aturde lo suficiente como para tenerme dormida por varios días.

De un momento a otro, mi niño se movía más frenético y su respiración era más rápida, como no tenía forma de calmarlo mis nervios se hicieron presentes y grité el nombre de Sebastián, que creo que se podría oír por toda la mansión.

Tal y como él lo había prometido, solo había que mencionar su nombre y él estaría ahí, se encontraba viendo la situación y cuando me vió preocupada solamente se relajó.

– Puede calmarse lady, botchan solamente tiene pesadillas, es algo muy frecuente.– dijo de forma natural.

– Ya sé que tiene una pesadilla Sebastián, el problema en todo esto es que el no puede estar de esta forma o esto sucede.– dije mientras inclinaba a mi niño y este vomitaba sin control, sobre la cubeta que estaba al lado de la cama.

–Pero me temo que no puedo intervenir en esto lady, tengo órdenes de que en estas situaciones no puedo tocar a botchan.– dijo Sebastián con su típica sonrrisa falsa.

Entonces miré a mi niño, y simplemente se me partió el corazón al imaginarme todo lo que había sufrido, así que lo único que se me ocurrió fue cantarle, cantarle una canción que había aprendido de un lugar especial.

Mientras cantaba pude ver exactamente la vida de mi hijo, desde sus primeros recuerdos hasta el último y el más reciente, con solo esos instantes descubrí muchas cosas.

Al terminar la canción, mis lágrimas fluían sin control.

–¿Se encuentra bien lady?– preguntó Sebastián.

–Si...creo que sí sebastián.– dije mientras observaba como me tendía mientras me tendía un vaso de leche tibia y unas cuantas galletas, no tenía idea en qué momento los había traído.

–Disculpe que no le sirva algo más sustentoso en el desayuno, pero no conocía los gustos de la dama por ser... diferente.– dijo Sebastián de manera algo sarcástica.

–Claro...no hay problemas Sebastián, aunque es algo imperdonable que un "mayordomo-demonio" sea tan incompetente en un asunto tan trivial, pero lo dejaré pasar.–dije en modo de defensa y de forma sarcástica el mayordomo-demonio.

–Mis disculpas lady.– dijo mientras hacía una reverencia y se alistaba para atender a su amo.

Mientras él seguía con el atender a su amo yo me levantaba de la cama pero me detuve de avanzar ya que el mareo y la fiebre me había debilitado bastante, más de lo que quisiera admitir.

Para no levantar sospechas hice el esfuerzo para caminar hasta la mesa y buscar unas píldoras que me ayudan a aumentar mi resistencia, aunque no he completado su fórmula no tengo de otra que aguantar los efectos secundarios.

–Esas píldoras son para el joven amo?– preguntó Sebastián al acercarse y ver el frasco con tres pastillas.

–No Sebastián, estás píldoras son para mantener mi cuerpo en esta temperatura.– mentí mientras me tomaba una y escondía las que quedaron, luego saqué una jeringa del bolso junto con unos pequeños frascos.

–Entonces le pido que me acompañe para comprobar que mi amo ya no está en peligro.– dijo Sebastián de forma ansiosa.

Y en cierta forma yo también estoy ansiosa, puesto que para el día de hoy está pronosticado que mi hijo moriría, obviamente yo no permitiría eso.

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