Capítulo 15: Un humano al borde de la locura.

107 12 7
                                    

Antes de iniciar...!!!
En los capítulos anteriores mencione a la mamá de Yato, pero no le había puesto un nombre para no alterar la trama, pero hasta apenas decidí llamarla  "Isabel". 
Sin nada más que decir, continuemos.

Luego de un rato de exaltación, inicie inhalando y exhalando una y otra vez, hasta comenzar a tranquilizarme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Luego de un rato de exaltación, inicie inhalando y exhalando una y otra vez, hasta comenzar a tranquilizarme. Posteriormente salí del baño y sin hacer ruido me cambié de ropa.

Me fui de la habitación a paso silencioso, en dirección a la salida de la casa. Aún era muy temprano, por lo que no no quise despertarlos.

Decidí ir a caminar al parque de las Arboledas que se encontraba muy cerca de la zona, era pequeño, pero muy activo, debido a que pese a ser las 6:57 am, la gente se encontraba ya haciendo ejercicio o paseando a sus perros.

Me quedé un buen rato escuchando el sonido de las aves que llegaban a los árboles, además el aire que golpeaba mi cara me tranquilizaba un poco, hasta que tuve que volver.

Al llegar a la casa, mi abuelo Albafica, la mamá de Yato y el pequeño Cid, se asomaron de inmediato un tanto asustados.
-Tenma -sollozo- ¿Dónde estabas? -dijo Cid-

-¿a dónde fuiste?, ¿por qué no nos avisaste? -dijo mi abuelo preocupado-

-¡eh...!, tranquilos, solo tuve un... una mala noche, así que salí a caminar un poco

-Tenma nos preocupamos cuando Cid vino a despertarnos -dijo la mamá de Yato-

-descuiden, solo salí un rato
Pese a todo tuve que mostrarles una sonrisa, no quería que ellos se preocuparan.

Durante el desayuno tuve una idea algo arriesgada y sobre todo alocada.
-Abuelo quiero irme a vivir contigo, quiero descansar un rato de la ciudad

-¿pero pequeño?, ¿y tu trabajo? -preguntó la señora Isabel-

-quiero renunciar

-Tenma ¿qué?, ¿por qué? -dijo mi abuelo-

Me quede viéndolo un largo rato, que termino captando por mi gesto.

-está bien, comprendo, puedes vivir conmigo

-sí, pero no le digas a mi padre, no quiero que se preocupe

-si es tu decisión, no diré nada

-¿voy a ir con ustedes? -preguntó el pequeño Cid-

-¡claro!, aunque necesito arreglar algo

Todo nuestro desayuno fue relajado, por lo que me mantuve distraído de aquel sueño.
En cuanto terminamos, tuve que pedirle su teléfono a la señora Isabel para hablar con Hades. Me dijo que Radamanthys pasaría por nosotros para que fuéramos a su edificio en uno de esos de la zona de Santa Fe. Accedí y le colgué para "alistarme" y alistar a Cid.

Entre las cariñosas alas y la acaudalada muerte [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora