La tarde de miércoles, jugando videojuegos con Ocho, había sido un respiro para el peliazul. Realmente las palabras que le había confesado en el salón de química no eran en vano, había estado cambiando para bien en todo el tiempo que no se habían visto.
¡Hasta sus padres lo invitaron a cenar, cuando pasaron horas en el sofá jugando Elmore Street y todo estuvo tranquilo!
La parte negativa (por perspectiva de Gumball) fue que su amigo no pudo quedarse para una pijamada.
"Tal vez era demasiado pronto para pedirle algo así". Pensó el chico gato, pues recordaba como el pelinegro había salido corriendo con un gran sonrojo en la cara cuando le dio la oferta.
"Quizá se sentía enfermo y no quería darme problemas". Fue a la conclusión que llegó.
El jueves arribó y para sorpresa del chico gato, al abrir su casillero se encontró con un ramo de flores enorme.
Cierto, la semana aún no concluía.
— ¿Ahora de quién son estas? – Exhaló Gumball buscando la etiqueta con el nombre del remitente. — Si es Sara de nuevo, las tiraré por la ventana.
"Leslie... ¿Porqué me sorprendo? El cuidado de las flores y sus colores gritan que son de él".
Gumball iba a tirar la etiqueta, pero encontró un mensaje escrito en cursiva en la parte trasera.
— Orellisac ut ne olager... Lo estoy leyendo al revés. "Nos vemos en el taller de música en el receso. Posdata, hay otro regalo en tu casillero".
El peliazul dió una mirada al fondo de su casillero y se sorprendió.
Al parecer iría a una cita obligatoria con Leslie.
Pasando las clases hasta llegar al receso, Gumball no pudo evitar sentir la constante mirada de su compañero pelirosado. Incluso cuando volteaba, sólo se encontraba con la carismática sonrisa de Leslie, cómo si fuera una especie de saludo.
Al concluir las clases, el chico gato se dirigió a los vestidores para cambiarse, se iba a colocar el traje elegante que cortésmente Leslie le regaló, aparte de las flores.
Saliendo del vestidor, los ojos del alumnado no tardaron en posarse sobre él, nuevamente los halagos salían de sus bocas, con afanes de persuasión. Gumball solo suspiró cansado y se dirigió al salón de música.
Al encontrarse en el punto de reunión, Gumball, inconscientemente, se arregló con apuró su cabello con las manos y luego se decidió en abrir la puerta.
Estando adentro del aula, el peliazul admiró en silencio el ambiente tranquilo y la mesa arreglada en el centro. Luego su vista se dirigió a Leslie, quien se encontraba vestido con un traje a medida.
El pelirosa sentado en una de las varias sillas del salón, con las piernas cruzadas y sonriendo tranquilamente, se levantó para atender a su visita.
— Gumball, no esperaba que fueras tan puntual.
— Y yo no esperaba algo tan elegante... Aunque debí suponerlo por el regalo que me diste; ahora tengo duda de cuánto te costó conseguir un traje a mi medida. – Empezó a cuestionar el chico gato.
— Eso es lo menos importante. Vamos a sentarnos, la pizza se va a enfriar. – Sin quitar su sonrisa, de forma caballerosa, Leslie tomó de la mano a Gumball para dirigirlo a su asiento.
El peliazul iba a replicar, pero su atención estaba puesta en la pizza de pepperoni recién horneada.
— Wow, ¿Cómo hiciste para contrabandearla a la escuela?
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CHOOSE ME! [TAWOG]
FanfictionCasi todo el mundo daría lo que fuera por ir a uno de los lugares más divertidos (y costosos) de todo Elmore, y ese es Daisylandia. Gumball y su familia tienen una oportunidad finalmente de ir al famoso parque de atracciones y, por cuestiones de mal...