"No creía que su vida iba a caer tan bajo, pero si había algo que sabía, era que había un ángel quien lo iba a salvar, quien iba a sacarlo de aquel profundo abismo.. Alguien, quien le haría olvidar todo su pasado, quien formaría su presente y futuro. Alguien, quien ocuparía el nombre del amor de su vida."
Y ahí estaba, caminando de la mano con su chico, y si, pasaron unos meses, ellos estaban de pareja, sonreían más frecuentemente, eran felices.
Era una noche de verano, había una brisa fresca y liviana, había gente en la calle, todos felices, sonriendo. Pero lo más importante para ellos, eran ellos mismos, eran sus risas compartidas, eran sus dedos entrelazados, eran ellos amándose como nadie en el mundo.—Huening bebé, ¿Quieres comer o algo?— Preguntó el mayor, sonriéndole al menor.
—Hace un poco de calor, ¿Que crees que quiero, Yeonnie?— Soltó una leve risita, sonriéndole al mayor.
—Helado, ¿Cierto?— Dijo caminando seguro hasta la heladería más cercana. —¿Los mismos sabores de siempre?— Recibió una respuesta afirmativa, acompañada de la bella sonrisa del chico.
Compraron helado, fueron al parque central, no estaban lejos de allí. Se sentaron en una de las banquetas, comían helado y reían por comentarios que daban.
Nada podía estar mal en ese momento.
Cuando ya habían acabado el helado, caminaban por las calles, siempre con un sonrisa y con sus corazones en grande, amándose.
Sabían que aquella noche acabaría mejor que nada, ellos sudando, suspirando, jadeando e moviéndose, sintiendo sus cuerpos desnudos chocar.Estaban en la casa, el menor sobre el regazo del mayor, sus labios chocaban con desesperación, sus lenguas se movían con agilidad. El cuerpo del azabache se movía con necesidad, mientras el pelinegro, hacía que el contrario profundice sus movimientos y los vuelva más lentos. El muchacho miró con desesperación al contrario, rogándole por que haga algo más, el mayor solo soltó una leve risa de nariz.
Sus prendas empezaban a desaparecer de sus cuerpos, quedando al desnudo, uno frente al otro. Ambos con erecciones, necesitaban sentirse más claramente.Sus cuerpos sudaban, chocaban con rapidez, los gemidos del azabache inundaban los oídos del pelinegro. Sus respiraciones agitadas se mezclaban. Ambos, estaban por llegar al clímax.
Cuando las estocadas enloquecían y de volvían más profundas e duras, el menor soltaba unos leves gritos, unos que excitaban aún más al mayor, causando que profundizára aún más sus movimientos.
Pasaron solo un par de minutos donde el menor dejó que su semen salpique, seguido a eso, segundos después el mayor se corrió dentro del menor, soltando un gran suspiro. Salió de Kamal, este quién se dejó caer sobre la cama, a su lado, se recostó Choi, rodeando la cintura de su amado con sus brazos, atrayéndolo a sí, dejando unos pequeños besos sobre su cuello. Ambos sonreían.—Te amo.
—Te amo.
Sus labios se unieron en un beso, así cerrando aquel día. Cerraron sus ojos y se durmieron, felices, juntos, amándose, uno al lado del otro, sabiendo que anda malo iba a pasar.
Ellos se amaban, y todo estaba bien.﹫oxygenless.ᵎᵎ