CAPÍTULO 4

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En detención con el rarito del salón y Pijamada

El camino hasta el salón de detención se vuelve áspero, quiero volverme alguna mariposa y volar lejos. Las reglas son claras: no usar el celular, no hablar ruidosamente y no dormir. Pero podemos dibujar o hacer algo productivo.

Cuando entre, ya estaba la querida profesora Margarita López. Me miro, la miré y seguí el camino sentándome al fondo, minutos después entra un chico. Lo tienen nombrado como el raro del salón.

Lo apodaron así porque pocas veces se le ha visto hablar con alguien, la mayor parte del tiempo va de negro, aunque le favorece muy bien. Es alto, cabello rojizo y unos ojos de diferentes colores: azul y el otro color miel. Logan Black Stone.

Detallándolo tanto no me fijo que ha tomado lugar al lado de mí, la respiración se me corta y un pequeño sonrojo invade las mejillas. Me estoy sonrojando tan estúpidamente, guiña un ojo en mi dirección y creo que la respiración vuelve a cortarse. Maravilloso.

En la fila de adelante esta Greta con una lima en la mano y tratando de arreglar sus uñas, de vez en cuando me observa los brazos y luego sigue en su labor. Patética.

Saqué una libreta para hacer una pequeña lista de lo que voy a necesitar hoy para la pijamada. Tengo que pasar a comprar lo que falta y así arreglar todo.

Tomo una libreta de mi mochila entre mis manos, tratando de que así no mirar al chico a mi lado, respiro hondo aligerando la propia tensión en mi cuerpo. Nada funciona. Comienzo con la lista de cosas que hoy se usara en la pijamada:

Mascarillas para la cara.

Unos videojuegos.

Películas.

Palomitas.

Cheetos.

Nachos.

Unos cuantos esmaltes para las uñas.

Tal vez despego tanto haciendo la lista que no me fijo en el pequeño papel que está chocando con mi mano en este preciso instante. Giro a ver a mi compañero que simplemente esta con una sonrisa ladeada y el sonrojo vuelve a mí.

Los agentes dan excelentes peleas.

-L

Lo observe más que sorprendida, su vista va hasta mi y al papel, trato de ignorar la excelente caligrafía de su parte y decido responder.

Solo fueron golpes, no es para nada fuera de lo común.

-D

Su sentido del humor es algo palpable en el ambiente, ya no estoy tan tensa e ignoro las miradas que lanza Greta de vez en cuando. Entre ambos hubo risas silenciosas y mas mensajes vía el papel blanco.

A la hora de salir, recogí todo como pude y tropecé con algunas cosas por la alta velocidad que llevaba, no me despedí del chico que opto volver a su rostro serio. En el estacionamiento me hallaba retirándole el seguro al auto, debía ir a comprar las cosas pautadas en la lista para la pijamada de hoy.

Traté como pude de entrar, pero una voz me sorprende desde atrás, mi rostro ha perdido color y solo me mantengo rígida frente a la chica que ha comenzado a parlotear.

—Hola, Dakaria —esa chica que trata de ser mejor que yo en varias cosas esta frente a mi con las manos puestas en su trabajado cuerpo. Cruzo mis brazos sin dejar que me intimide en lo absoluto—. ¿Estas lista para perder otro premio de la APR?

—Hola, Persa —respire hondo tratando de canalizar la ira que ha comenzado a surgir de mi parte, mantengo mis brazos cruzados y el rostro serio en todo momento—. No vuelvas a mencionar ese lugar en estos sitios, Jacob lo tiene prohibido. Y recuerda, esta vez yo ganare.

El secreto de Dakaria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora