2. Preocupaciones

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Luz procesó la pregunta de Amity, realmente, no sabía muy bien el porque su amiga se escuchaba especialmente preocupada. Es cierto que su relación ha mejorado y que ella a la bruja la extrañaría demasiado, pero la peliverde tendría la ventaja de quedarse en ese mundo de fantasía y ser amiga de Willow y Gus. O tal vez Amity sufría la misma soledad que ella.

—Sí, me voy a ir— respondió en voz baja —¡Pero encontraré la forma de regresar! Mi plan es… Visitar las Islas cada verano. Suena absurdo, lo sé. Pero los estimo a todos, a Eda, King, Hooty, Willow, Gus… Hasta Lilith. También a ti, Amity— dijo mientras volteaba a ver a la bruja.

La cara de Blight se iluminó por un pequeño sonrojo al tener la cara de la morena a un pie de distancia de la suya, el contacto visual era fijo y suave. Duraron varios segundos así hasta el punto de parecer una guerra de miradas, hasta que ella misma la terminó al mirar de frente hacia un estanque del parque.

—Gané— dijo la latina en un tono divertido.

—Te deje ganar— respondió en el mismo contexto.

Luz se levantó de su asiento y se puso frente a Amity, quién alzó la vista para verla.

—Mira, no quiero que nos estemos estresando por lo que acaba de pasar. Así que debemos aprovechar esto para que conozcas mi mundo, no es tan extraordinario como el tuyo… Pero creo que te puede gustar.

El siguiente movimiento de la humana dejó a la chica pálida con la cara totalmente roja, un simple movimiento acompañado de unas simples palabras:

—¿Vienes conmigo, Amity?— finalizó mientras le extendía la mano —¿Amity? ¡Ay no, el Sol pudo contigo!— gritó asustada mientras ayudaba a su amiga, quién ahora descansaba en el suelo.

Una aturdida Blight apenas pudo balbucear unas palabras.

—El piso… Está hecho de piso…

Mientras tanto, en las Islas Hirvientes, más específico en La Casa Búho, King corría desesperado por todos los rincones de cada zona del lugar, angustiado de no saber lo que acababa de pasar. Él solo se había tomado su siesta en lo que Luz y la otra niña hablaban sobre Azura, y al despertar, ninguna de las dos estaba ahí.

—¡No puede ser, ¿ahora quién va a preparar mi ejército naval?!— gritó el pequeño con fuerza y desesperación en su voz.

Hooty, el extraño búho de cuello alargado en la puerta de la casa, había preparado dos cajas blancas: una tenía la foto de Luz y la otra un escrito mal hecho que decía "La otra".

—¡Se nos fue nuestra Luz, hoot!— dijo mientras dejaba unas bonitas hojas que encontró en el suelo y que lucho por no comérselas. Se estiró hasta la caja de Amity y para ella dejó hojas trituradas que previamente había escupido, pues esas se las había comido —ella igual.

King cayó de rodillas al suelo, las lágrimas estaban formadas en sus ojos pero estás no caían. Las absorbió y se hizo el duro, aunque el tono de tristeza era evidente en su voz.

—¡No! ¡Luz, y la otra niña… Eran tan jóvenes!

Desde la puerta, escucharon unos pasos entrando a la casa, y una voz femenina y un tanto ronca fue la que empezó a hablar.

—A ver, a ver, ¿por qué tanto escándalo?— dijo Eda llegando con una bolsa de pociones.

—¡Eda, al fin llegaste!— gritó King aliviado saltando a los brazos de la Dama Búho.

—Dilo enano peludo, ¿qué hicieron? ¿y por qué hay dos cajas blancas que dicen "Luz" y "La otra"?

La mirada de King se entristeció nuevamente, en lo que llegó la mayor de las hermanas Clawthorne: Lilith.

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