4. Buenos hermanos

932 116 10
                                    

Un brujo cascarrabias estaba limpiando la brillante y lisa superficie de la mansión Blight, asegurándose de ver su propio reflejo. Pero no importaba cuántas veces limpiaba y limpiaba esa parte específica del piso, esa horrorosa mancha seguía apareciendo una y otra vez.

Detrás de la columna, se encontraban Edric y Emira Blight, los hermanos mayores de la "Señorita Perfecta". Era él quien, con unos simples movimientos con su dedo índice de la mano derecha, hacía aparecer la molesta mancha una y otra vez. Los hermanos reían lo más bajo posible divirtiéndose con la molestia del conserje, aunque su diversión pronto se vio interrumpida cuando una idea traviesa vino a la mente de la gemela.

—Ed, ¿recuerdas que Mittens se fue a la casa de su novia para hablar de su libro de nerds?— preguntó con una sonrisa burlona.

Ed entendió perfectamente a que iba esto.

—¿Invasión a la privacidad de nuestra hermana bebé? No lo sé, Em, eso es… ¿A quién engaño? ¡Lo hemos hecho muchas veces, vamos!

Así, ambos se fueron corriendo a la planta alta para entrar al cuarto de la brujita, no sin antes, tirarle la cubeta de agua al brujo conserje.

—¡Oh, me largo!— gritó enojado el pobre tipo.

Cuando llegaron al cuarto de Mittens (es decir, Manoplas… Amity, mejor dicho), notaron que, por alguna razón, no había seguro en su puerta. Esto era extraño pues ella siempre ponía seguro cuando se iba de la casa y sus hermanos se quedaban en esta. Algo extrañados, irrumpieron el cuarto de su hermanita y Edric fue directamente a buscar el diario con una mirada de picardía.

Emira, en cambio, notó un sobre con el sello del Aquelarre de Curación en el escritorio de Amity. Curiosa, se acercó al sobre previamente abierto y sacó la hoja que había dentro. Desde que la menor de los Blight se quitó el yeso de su pierna hace tan solo unos tres días, sabía que algo no encajaba completamente.

Después de leer el informe del médico brujo, Emira suspiró profundamente con cierto enojo. Frunció el seño y negó con la cabeza mientras guardaba la hoja en el sobre. Edric paso por alto el comportamiento de su hermana mientras tomaba algunos dibujos del escritorio de Amity, al mismo tiempo que trataba de contener su risa.

—Oye, Em, tienes que ver esto— se acercó el chico con una sonrisa a su hermana mostrándole un dibujo de unos personajes con un extraño parecido a Luz y a Amity en una boda. Su expresión paso a ser una de confusión al notar el humor de su gemela— ¿Qué pasa?

—No sé cómo lo hizo, pero Amity se quitó el yeso antes de tiempo— respondió seriamente, y Edric lo sabía perfectamente pues en vez de "Mittens", tal vez "Manoplas" o "Choco Mint" o cualquier otro apodo que tenían guardado en su larga lista de díez páginas Como molestar a nuestra hermanita bebé, la había llamado por su nombre de pila.

—¿Cuánto tiempo se supone que debió estar en reposo?— preguntó seriamente el hermano.

—Gracias a los glifos, tres semanas, y solo han pasado dos desde el partido de grudgby…

—Se adelantó una semana… Bueno, a estas alturas, debe estar caminando con normalidad, ¿cierto?— dijo él en un intento de mantenerse tranquilo.

—Sí, eso espero…— de un momento a otro, la preocupada peliverde sacó su pergamino y marco rápidamente al contacto de su hermana— Por favor, responde…— suplicó llevándose las uñas a los labios, como si quisiera empezar a comérselas del miedo.

Para sorpresa de los dos hermanos, el pergamino de la más pequeña sonó en el mismo cuarto. Edric lo buscó por el sonido y lo encontró debajo de la almohada de su hermana, molestos, ambos se quejaron.

Tu mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora