El Arreglo

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Salir a trotar tras lo ocurrido con Daffy fue la mejor idea. Pues aun cuando su pareja era inteligente y podía comportarse de forma madura cuando era requerido, al tratarse de ellos todo cambiaba y era como si el apiñonado se convirtiera en un niño mimado con el que es imposible hablar, comportándose inclusive peor de lo acostumbrado.

No que él fuera diferente o mejor....

Pero tal como se lo dijo antes, ambos sabían cuál era la mejor decisión y hacer un berrinche de ello no les llevaría a ningún lado.

Dando vuelta en una esquina, recorrió la calle yendo camino arriba.

La tensión que se ha ido formando entre ellos no es más que una pared de autodefensa, un intento de ambos por no tocar el tema e irse preparando de forma mental para lo que ocurriría en menos de cuatro meses. Pero eso no le quitaba lo absurdo, pues deberían de aprovechar el tiempo que tenían, no era como si Daffy se fuera a ir justo en ese momento....

Bajando el ritmo de su andar hasta uno en el que solamente caminaba, miro a lo lejos el perfil de un par de apiñonados que hablaban entre ellos.

-'¿Daffy?'- Soltó la pregunta al aire, sin confiar del todo en su vista.

Siguió caminando, esta vez haciéndolo más deprisa, buscando comprobar la identidad de quien parecía ser su pareja.

Unos metros más cerca y ahora sus ojos lo distinguían con más claridad, y no cabía duda, ese cabello azabache, piel apiñonada y las gesticulaciones de aquel rostro, le informaban que se trataba efectivamente de Daffy. Observando a la persona que le acompañaba, tampoco hubo duda de quien era, ya que nadie más que Sylvester podía tener tantos rasgos en común con su pareja.

Alzando una ceja en intriga continuo acercándose, preguntándose a si mismo que hacían esos dos de pie junto a la calle.

Entrecerrando los ojos notó las manos unidas de ambos, cuyos dedos se entrelazaban en un agarre que lucía casi natural en ellos.

Sin quererlo una sensación de inquietud sacudió su usual calma.

El que Daffy tomara a alguien de la mano era tan poco común como ver una estrella fugaz, ni siquiera con él llegaba a dejar que sus manos se sostuvieran de esa manera durante tanto tiempo.

Observando como su pareja levantaba un brazo haciendo una señal, mientras se volvía a darle la espalda, consiguió ver como el apiñonado parecía susurrar algo al oído de Sly, algo a lo que este último no respondió, solo lo miro con una expresión entre molesta y... algo perturbada a la vez.

El agarre de sus manos se reafirmó y Daffy miró hacia el moreno con una sonrisa, que para la desventaja del pálido, conocía bastante bien.

¿Acaso le estaba coqueteando a Sly?

Aproximándose al apiñonado, el moreno murmuro algo. Y Bugs tuvo que frenarse de golpe pues la cercanía de sus rostros y la mano que se adentraba en el cabello de Daffy, hacía de toda aquella escena algo demasiado desconcertante.

Su pareja ladeo su cabeza un poco, tomando un ángulo extraño y como si la distancia entre sus caras fuera demasiada, se acercó aún más, dejando sus labios a menos de un centímetro de rozarse. Pero Sly reaccionó más rápido que las aparentes intenciones del apiñonado, pues este se apartó, dando un par de pasos hacia atrás.

Y otra vez esa sonrisa se pintó en los labios de Daffy, esta vez siendo correspondida por una mirada cabizbaja del moreno, haciendo que el apiñonado formara una mueca en sus labios.

La llegada de un taxi deteniéndose frente al par de apiñonados, hizo que el pálido se echara a correr nuevamente.

No sabía cuáles eran las intenciones de su pareja al estar ahí con Sly, pero todo parecía demasiado sospechoso como para pasarlo por alto.

Aprendiendo a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora