El Ascenso

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Podía ver como los arboles eran pasados con rapidez y la carretera parecía únicamente líneas borrosas color gris. No existía sol alguno a la vista, únicamente nubes cargadas de agua que amenazaban con hacer llover en cualquier momento, sin embargo aún faltaba tiempo para que ocurriera.

Escuchaba a Bugs y Daffy hablar en la parte de adelante, conversando o mejor dicho discutiendo sobre algo referente al estilo de música que pondrían. En realidad para Sly sus terratenientes compartían el mismo estilo de música, la única diferencia eran sus grupos favoritos.

Soltó un suspiro empezando a perder la paciencia con ellos, solo quería que dejaran una canción y ya, frunció el ceño y se removió un poco en su lugar, provocando que sin querer moviera un poco la cabeza de su pareja. De inmediato se dio cuenta de sus acciones, apresurándose a pedirle disculpas, pero el francés seguía dormido pacíficamente como su nada ocurriera.

Sonrió contra su voluntad, porque la apariencia de Pepe durmiendo con sus gruesas pestañas negras golpeando entre sí, su boca partida formando un espacio entre los labios rosados y la expresión en su rostro... era suficiente para mandar una onda cálida por su cuerpo.

Agradecía a su jefe por brindarle esta oportunidad de ver al francés así, ya que fue el quien dejo al extranjero trabajando hasta alrededor de las nueve de la mañana, preparando un pedido especial que debía de tener listo para ese día. En otras palabras Pepe trabajó prácticamente doce horas, y aun cuando Sly se había quedado a hacerle compañía, durmió la mayor parte del tiempo extra que estuvieron ahí.

Sonrojándose ligeramente, sacudió el cabello de Pepe, como si fuera una mascota.

Solo durmió una parte del tiempo extra, mientras que la otra... bueno, se podría decir que han desarrollado con el tiempo transcurrido, una muy mala costumbre. Así que era más allá de consciente de que la razón por la que francés haya terminado hasta esas horas fue en parte culpa suya.

Bajando la mirada hasta sus manos unidas, era capaz de sentir el fresco de la mano de su pareja, aliviando el calor de la suya.

El rojo de su rostro se encendió un poco más, al recordar lo sucedido en la parte trasera de la panadería donde Pepe suele trabajar.
Recordaba el beso principalmente por el ligero ruido de este, provocado en su mayoría por la lengua que yacía en su boca y la succión en sus labios, recordaba lo perturbado que se sentía y el frío de la mesa contra la que estaba recargado, siendo acorralado por el francés.

Nervios afloraron en la boca de su estómago, acumulándose en sus brazos y piernas...

Han trascurrido tres meses desde que comenzaron a salir. Creíble o no, su relación estaba en un crecimiento exponencial, que a veces le parecía demasiado... ¿perfecto? Para ser verdad.

Lo que más le impresionaba era la cantidad de cosas que han pasado desde que comenzaron a salir, su primera cita que fue un desastre en un principio, pero acabo demasiado bien como para no guardar memoria de esta, la segunda cita fue un poco mejor, la tercera casi impecable y para la veinteava era capaz de salir con el extranjero y no tener aquellos silencios de incomodidad en los que no sabía que decir y Pepe esperaba paciente a que sus nervios se esfumaran.

Besos... ¿Qué podía decir sobre los besos que compartían? Todos eran iguales, todos provocaban las mismas reacciones en su cuerpo, que vibraba por las emociones que se acumulaban. Más de una vez a pensando que iba a perder la razón con tan solo ser besado por esos labios que eran humedecidos siempre antes de pegarse a los suyos.

¿Discusiones? No, una que otra inconformidad y reclamos que eran dados más que nada por su parte, pero que el francés se quitaba de encima con frases amorosas y votos de amor eterno, entre los cuales le decía que era capaz de bajar las estrellas y la luna por él.

Aprendiendo a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora