Aigre-Douce

381 20 12
                                    


Duraron un par de días más después de la llegada de Bugs y el porcelana, antes de que volvieran al apartamento, dejando a Granny con una promesa de regresar dentro de poco a verla. Promesa que procuraría cumplir, pues Pepe y ella se habían llevado tan bien que fue precisamente su figura materna, quien le pidió que lo trajera con él la próxima vez que fuera a visitarla.

Hubo un punto en el que hasta llego a pensar que Granny disfrutaba más de la compañía del francés que de la suya. Se lo esperaba, pues las palabras dulces del extranjero, su personalidad tranquila y atenta, siempre dispuesto a ayudarla en lo que fuera que necesitara, llevando con él una sonrisa al hacerlo. Era como el hijo soñado de cualquier madre o abuela.

Y él... él no se podía quejar, resultaba reconfortante el que su pareja y la mujer que se dedicó a criarlo con tanto cariño se relacionaran tan bien. Pero por supuesto que no le diría esto al francés, sabía que si lo hacia este no lo dejaría en paz, llenándolo de vergonzantes palabras empalagosas.

Además de que no era lo suyo el decirle cosas así.

Parpadeando un par veces con pereza, aun no deseaba levantarse.

Apenas llegaron la noche anterior y tanto ellos como Bugs y Daffy, no pudieron hacer nada más que tirarse en la cama y dormir hasta... ¿Qué hora era? Bueno no es como si pensara salir de la cama de cualquier forma. Tal vez lo haría cuando le diera hambre, pero por ahora se limitaría a mirar hacia la ventana, viendo como la costosa tela era movida por el aire.

Aun no comprendía porque el francés se preocupaba tanto por la finesa de cosas que él veía tan insignificantes, como el material del que estaban hechas las cortinas para las ventanas, o el material de la ropa interior que usaba....

Frunció el ceño por aquel pensamiento que paso por su mente. El culpable era el francés, eso era todo lo que diría, pues de no ser por su constante coqueteo no pensaría en algo como aquello.

Y hablando del porcelana....

Irguiéndose un poco para mirar sobre su hombro, pudo ver a este acostado detrás de él, con su mejilla puesta sobre la almohada, sus brazos claros rodeando su cintura con firmeza, una pierna puesta sobre las suyas y la expresión en su rostro parecía ser propia de una escultura.

El poco calor del cuerpo del porcelana pegaba directamente contra el suyo, pues la escases de ropa hacia que su piel tocara la suya, dejándolo sentir esa baja temperatura que usualmente tenia y usaba como excusa para abrazarse a su cuerpo de esa manera.

Bajando su mirada hasta posarla en la ropa interior que traía su pareja, cuya tela era más suave de lo que aparentaba ser, se reprendió a si mismo por la sensación de ansiedad que sintió abarcarlo.

Sufferin Succotash, no debería de estar viéndolo así, sería mejor que intentara dormir un poco más antes de que el dueño de los ojos miel, abriera estos.

Recostándose nuevamente, dejo que sus parpados se cerraran, moviéndose con suavidad hacia atrás, buscando inconscientemente la cercanía con su pareja.

"¿Se puso celoso Petit Chaton?"
Eso fue lo que Pepe le preguntó horas después de su reconcilio. Su respuesta fue un "No" acompañado de una serie de palabras malhumoradas que prácticamente le grito sonrojándose más de lo deseado, en parte por la expresión picara y risueña del francés, y en parte porque por un momento la idea le pareció posible.
Desde ese día lo estuvo pensando varias veces.


Abrió los ojos solo para fruncir su ceño y mirar nuevamente sobre su hombro, esta vez moviéndose con brusquedad, sin preocuparse por no despertar a su pareja.

Aprendiendo a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora