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11. ''El diario de los recuerdos''

Algunos días, las cosas simplemente se ponían monótonas, pero no me quejaba. Mientras tanto, era un viernes, después de clases y se cumplían dos meses viviendo oficialmente en Corea. Solo quedaba decorar mi aburrido cuarto, pero esa era mi manera de celebrar, escogiendo las mejores muestras de tela con todo el cuidado del mundo.

—Señorita Rose— anunció Robert al entrar a mi habitación—. Su padre me encargó revisar una bodega que tenía, donde guardaba algunas cosas antiguas de la casa... la mayoría de cajas llevan su nombre, por lo que las he traído para decidir qué conservar y qué descartar...

Con un toque de humor, respondí mientras tomaba la caja de sus manos, sintiendo el peso de los recuerdos—. Parece que es hora de hacer limpieza en la bodega de memorias— dije, mientras depositaba la caja en el suelo, levantando una nube de polvo que me hizo toser, anticipando la tarea que me esperaba.

—Bueno, espero que se divierta— dijo con un tono que titubeaba entre la burla y calidez.

—Que dulce—. Respondí con sarcasmo, dudando entre la diversión y el tiempo que me tomaría clasificar las cosas.

Al abrir la caja, un gran desastre de libros, cuadernos y papeles de colores era evidente, como los escombros de una vieja librería. La mayoría de los cuadernos, eran de mis estudios en casa, no había ninguno vacío, lo que significaba que todos ellos terminarían en la basura.

Entre el montón, un cuaderno capturó mi atención: "El diario de los recuerdos", un título que prometía un viaje nostálgico. Al abrirlo, me sumergí de lleno en los detalles de mis días en Corea; cada página era un tesoro de vivencias, todas ellas tenían títulos interesantes, desde "los mejores helados de la ciudad" hasta "pelea de almohadas" y "noches de pijamadas", era como revivir esos momentos mágicos desde mi perspectiva.

La sección dedicada a mi décimo cumpleaños me había llamado la atención, pues me encontré con una foto que finalmente le daba rostro a aquellas amistades de la infancia. Yo, sonriendo con mi pastel mientras los cuatro chicos posaban detrás de mí. El reverso de la foto contenía un mensaje que agitó mi corazón:

"Feliz cumpleaños, niña tonta. Disfruta tu primera foto de cumpleaños. Con cariño, tu único mejor amigo, Gun Jun Pyo, con los que le siguen: Woo Bin, Yi Jeong y Ji Hoo..."

Mi corazón latía con mayor rapidez de lo habitual y una mezcla de confusión y ansiedad se apoderaron de mí.— ¿Ji Hoo? ¿El chico del edificio? ¿Jun Pyo, Woo Bin y Yi Jeong, los populares de la escuela? ¿Aquellos de quienes todos me advirtieron?— Mis manos temblaban mientras las lágrimas fluían sin control viendo atónita la foto donde los cinco nos mirábamos felices— ¿Qué nos pasó?— dije, mientras sostenía el diario, empeñada en descifrar y revivir capítulo tras capítulo de mi vida, así que leí rápidamente todo lo que pude, desde "el día que me convertí en f4" hasta "escapadas nocturnas".

Cada línea que había leído solo servía para inundar aún más mis ojos en lágrimas, convirtiéndose en un inmenso mar de emociones. Los recuerdos comenzaron a brotar sin control, abarcando desde el primer día que crucé miradas con esos chicos, hasta nuestro último encuentro, pasando incluso por los momentos en que intenté localizarlos a través de cartas nunca respondidas. Todos y cada uno de esos recuerdos perturbaron mi corazón con una intensidad abrumadora, dejándome luchar por respirar. La confusión entre la felicidad, la tristeza, o cualquier emoción imaginable me envolvía.

Entre lágrimas, la idea de acercarme de nuevo a ellos parecía una ilusión lejana; su presencia imponente y el miedo que inspiraban. ¿Cómo podrían desear acercarse nuevamente, si ignoraron cada una de las cartas que les envié? La sola idea me inundaba de dudas. recordando también que cada intento de acercamiento hacia Ji Hoo se convertía en una batalla contra la ansiedad, lo que me hacía cuestionarme cómo podría yo misma reaccionar ante un nuevo encuentro admitiendo quien soy en realidad.