¿Qué tan trágica debe ser la vida de alguien para tener que ocultarse del ojo público y fingir ser alguien más?
Luego de la trágica muerte de su madre, [T/N] intenta rehacer su vida y reencontrarse con sus amigos de la infancia, los F4. Para ello, v...
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Irónicamente, las competencias terminaron justo antes del inicio de las vacaciones escolares. Es curioso cómo, en lugar de que Ji Hoo o Jan Di pudieran "aprovechar" su no expulsión en el ambiente escolar, se encontraban ahora descansando en casa. Hasta cierto punto, esto podría parecer un premio. Sin embargo, era un tanto irónico que, aunque no fueran expulsados y pudieran quedarse en la escuela, no tuvieran la oportunidad de asistir hasta después.
Por mi parte, disfrutaba de las vacaciones en casa. A menudo visitaba el local donde trabajaban las chicas, pero confieso que la rutina de ir únicamente del hogar al trabajo y nuevamente a casa no me terminaba de convencer. Tal vez era un poco rara, pero sinceramente, comenzaba a echar de menos las clases, y eso que no llevaba más de tres días de descanso.
El aire estaba frío, y el suave aroma a invierno se filtraba por las ventanas, haciendo que deseara intensamente hacer algo más que simplemente estar encerrada. Dispuesta a cambiar la monotonía, decidí que era el momento de pedir permiso para salir a dar un paseo sola, algo que realmente no era habitual para mí. Con una dosis de esperanza y confiando en mi buena suerte, me preparé para la ocasión.
Me vestí con varias capas de ropa abrigadora, ya que aún estábamos en pleno invierno y el frío se hacía sentir en cada rincón de la casa. Después de cambiarme rápidamente, bajé corriendo las escaleras y me dirigí hacia la cocina, donde encontré a Robert tomando una taza de café caliente.
—Oye...— murmuré mientras me acercaba a él con una sonrisa fingidamente amable— ¿Puedo salir a pasear un rato?— hice ojitos de perrito y un puchero adorable, esperando ablandar su corazón.
—¿A dónde y con quién?— preguntó calmadamente sin levantar la vista de su periódico.
—Solo quiero ir a pasear al parque, nada más— dije alzando una mano en son de promesa, tratando de parecer lo más convincente posible.
—¿Sola?— Robert finalmente apartó la mirada del periódico.
—Sí— afirmé, asintiendo repetidamente con la cabeza— ¿Qué tiene de malo? ¿Me vas a decir que dudas de mí por decirte la verdad? Para esa gracia hubiera mentido sin dudarlo.
—Bueno— dijo él, levantando las cejas en un gesto de sorpresa—. Me sorprende su sinceridad, así que bien, puede ir— dijo, su voz adoptando un tono más suave, aunque aún cargado de cautela— Pero— continuó, con una mirada severa— no quiero que pase de las 8, ¿entendido?
—Sí señor— respondí con firmeza.
—¿Se irá caminando?— agregó, su tono volviendo a la dureza habitual.
—Tomaré un taxi, no te preocupes por mí— dije con determinación.
— Bien, necesito que me comparta la ubicación en todo momento— sus palabras cargaban una mezcla de insistencia y cuidado, su preocupación era evidente en sus ojos.
