Las excitantes y recientes emociones del día anterior, libre de compromisos, se mezclaban con la impotencia y el deseo de dominar a aquel rubio, de tenerlo bajo su poder, de controlarlo, como hacía con todo el mundo.
Hasta con sus propios amigos.
Un día, un único maldito día había pasado desde su llegada y el pelinegro era incapaz de sacárselo de la cabeza. Aún en pleno acto con Bokuto y Akaashi su mente seguía vagando por aquel rubio que se atrevía a responderle.
Tal vez era la forma en la que lo miraba, desafiándolo con placer y lujuria, creyendo que podría superarlo. O tal vez la forma en la que se dirigía a él, sin miedo, enfrentándolo como si fuese un igual, su par. La situación lo enfurecía y lo molestaba en partes iguales, aquel rubio si que era una jodida molestia. Y la razón del por qué todavía no lo tenía a sus pies no lo dejaba pensar con claridad.
La mañana apenas empezaba y ya estaba siendo una lentuosa tortura para el pelinegro. Había llegado veinte minutos antes, como hacía siempre, a su clase de historia. Detestaba llegar tarde a cualquier lado, y a pesar de su horrible temperamento, era una persona muy responsable y correcta con sus estudios, uno de los mejores de su universidad.
El chirrido de la puerta abriéndose lo sacó de sus pensamientos y miró a la otra punta del salón juntando las cejas. Desde la primera fila se veía directamente la puerta, así que no tardó en hacer contacto visual con aquel chico que entraba por el umbral. Sonrió confiado y se recostó en su asiento dejando caer un brazo detrás del respaldo, parecía cómodo y sin nada que perder.
Tsukishima entraba por la puerta perdido en sus pensamientos, hasta que lo vio. El pelinegro lo miraba con ojos de felino a solo unos pocos metros.
"Por favor que me haya equivocado de salón" rogó para sus adentros. El rubio dio dos pasos hacia atrás para poder observar el cartel que colgaba del techo "3-A". No se había equivocado, ese era. Suspiró ya imaginando lo que se le venía encima. Se acomodó la correa del bolso y empezó a dar largos pasos con la cabeza bien alta y firme, sin mirar a Kuroo, que no le sacaba la vista de encima.
—Tsk — le chistó el mayor y estiró su pie en el momento justo para que el rubio tropezara al pasar. Pero como si fuese costumbre, como si ya estuviese en sus genes, o por simple reflejo, el de lentes lo esquivó sin dificultad en un apenas notable movimiento. Pasó de largo sin siquiera mirarlo. Kuroo retiró el pie molesto y se recostó en el respaldo de su asiento, observando cada movimiento del rubio. Sus largas piernas atraparon su mirada más tiempo de lo que debería, se le secó la boca.
Tsukishima subió los escalones, que conectaban con los bancos, del grande salón y se dirigió sin titubeos a la última fila, sentándose casi en el medio. El mayor lo veía sacar su laptop y sus cuadernos como si fuese el único en ese lugar. Kei intentaba ignorarlo, pero podía sentir la intensa mirada del pelinegro sobre su cuerpo, como si fuese a destrozarle la ropa en cualquier momento.
Incómodo pero poderoso, así es como se sentía, aunque no estaba seguro del por qué.
Kuroo se levantó de su asiento entre molesto y juguetón, esa clase no era su favorita ni de lejos, y ahora que tenía con qué entretenerse no iba a perder la oportunidad de divertirse un rato. Tomó su único lápiz y su cuaderno del banco, las únicas dos cosas que llevaba a todas sus clases, y subió los escalones de dos en dos rítmicamente hasta llegar a la última fila, donde se encontraba aquel molesto chico que seguía sin dirigirle la mirada.
Se sentó con total confianza y se acomodó a su lado, dejando un pequeño espacio de aire entre ellos. Lo único que podía escucharse era el tic tac del reloj que colgaba sobre sus cabezas. Tsukishima, incómodo, comenzó a teclear algo en su laptop mientras Kuroo se dedicaba a dar golpecitos en la mesa con el lápiz, disturbando cualquier tipo de paz y silencio. El pelinegro esperaba un movimiento, una señal, algo para empezar con el segundo paso. Poco tiempo pasó hasta que el mayor comenzó a aburrirse, y ¿cómo alguien se atrevía a aburrir al rey?
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SERENDIPIA [ kurotsuki ]
FanfictionEl trío de reyes más temido de la ciudad, Kuroo, Bokuto y Akaashi reinan en cada esquina. Nadie se atreve a mirarlos, hasta que llega un nuevo rubio, Tsukishima. ¿Qué pasará cuando este les haga frente? ¿Qué va a pasar cuando Kuroo se enamore de él...