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Akaashi andaba desaparecido, hacía horas que Bokuto no recibía un mensaje de su novio, eso lo tenía preocupado, estresado, y su ira iba en aumento con cada segundo que pasaba. Le escribió un mensaje a Kuroo preguntándole si lo había visto, pero de nuevo, otra respuesta negativa, ¿dónde se había metido aquel imbécil? ¿Por qué siempre lo tenía preocupado? Algo malo estaba pasando, podía sentirlo.


___***___


Akaashi abrió la puerta del baño con descuido. Los pocos chicos que estaban ahí giraron a verlo con una tranquilidad que se transformó en una cara de terror al ver la cara transformada del pelinegro.

— Fuera —Nadie se movió, tenían mucho miedo a las consecuencias para moverse.— ¡Fuera les dije! —.

Con tan solo ese grito, los chicos salieron uno a uno con bastante rapidez y la cabeza gacha. Lo que había sucedido en ese baño en este momento no existía.

Akaashi aflojó la corbata del viejo uniforme. Su cabeza punzaba con violencia, su garganta se cerraba; su corazón latía de manera arrítmica, su cuerpo transpiraba en un sudor frío y sus pupilas se dilataban mientras lágrimas caían. Sabía lo que significaba.

Se acercó al lavado intentando enfocarse en sí mismo pero su mirada borrosa y su corazón agitado no se lo permitían. Se desesperó.

Sabía lo que esto significaba, estaba acostumbrado. Hacía un par de semanas que le estaba ocurriendo y todo por las peleas. Las putas peleas.

Intentó lavarse la cara con agua fría pero no la sentía, no sentía el agua en absoluto. Otro efecto colateral de su salvación ideal.

Se metió en el baño tirando la mochila al piso y se sentó sobre el inodoro. Su mirada perdida recordando cada momento de la noche de ayer. La puta noche de ayer.


—***


Akaashi abrió la puerta entrando por el patio de la casa. Con sumo cuidado dejó las llaves y la mochila entrando a la cocina. Prendió la luz y puso la pava. Se haría un café, una ducha y a dormir.

Pero sus planes fueron interrumpidos por su padre, quien entró leyendo un libro en su mano. El libro de finanzas que Akaashi había repasado una y otra vez. En cuánto reparó en su presencia cerró el libro con fuerza y enfocó su mirada en él.

— Así que... —El Sr. Akaashi se calló analizándolo de arriba a abajo.— Llegaste —.

— Hola padre —Respondió Akaashi con serenidad y voz cargada de respeto.— ¿Te preparo un té? —.

— Está bien —El pelinegro abrió uno de los cajones estirándose hacia arriba. Dejando al descubierto su piel.—.

El Sr. No dijo nada. Siguió sus movimientos con especial atención. Su cuerpo estaba decorado de moretones y chupones. Marcas de placer, placer que él no le había permitido sentir.

— ¿Qué carajo es eso Keiji? —Habló finalmente su padre acercándose a su lado para tomar su taza.—.

— ¿Eh? —Akaashi volteó a verlo, entregándole su humeante taza, encontrando un pequeño chupón que recordaba venir de los labios de su novio.— Nada padre. Lo juro —.

— No mientas Keiji —Su voz era calma y eso mismo asustaba a Akaashi.— ¿Que dijimos de las mentiras? —.

— Juro que no miento padre —Repitió Akaashi, esta vez su voz fue más cortada. El miedo se veía reflejado en su voz.— Juro por mamá que no fue nada —.

SERENDIPIA [  kurotsuki ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora