Pañales, camara y accion

913 17 1
                                    

Mi vida había dado un giro de 180 grados cuando esa furgoneta llena de hombres vestidos con traje y máscaras de animales, me habían secuestrado.

Yo no entendía cómo es que las cosas se habían tornado tan oscuras. En la mañana estaba desayunando tostadas y café en compañía de mi madre y mi hermano pequeño y ahora estaba con los ojos vendados, las manos al igual que mis piernas atadas en las cabeceras de lo que parecía ser una cama y yo no dejaba de cuestionarme cómo es que había sido tan estúpida, quien pensaría que mi mayor error seria haber tomado un camino diferente para volver a casa.

Uno no puede saber cómo va a actuar ante un secuestro hasta que ese infortunio llega a tu vida, había visto muchas películas como estas y vaya que no terminaban bien, miles de ideas rondaban en mi cabeza desde la tortura, violaciones, venta de órganos ¡Dios mejor cállate estúpido cerebro! Por más que quería dejar de pensar en lo peor, simplemente esos pensamientos no desaparecían, no tener idea de donde me encontraba, no poder ver, ni mucho menos moverme, me estaba volviendo loca, ya estaba viendo venir un horrible ataque de ansiedad.

De la nada escucho el sonido de una puerta abriéndose, si había logrado tranquilizar aunque sea un poco a mi corazón, la presencia de que alguien se aproximaba casi me producía un infarto, solo sentí como alguien retiraba la venda de mi boca que pude respirar de una manera mucho más tranquila, sentía que me ahogaría con esa cosa, seguido de eso retiro la otra venda de mis ojos y lo único que pude ver fue oscuridad y una silueta de lo que parecía un hombre parado justo a mi lado, segundos después, las luces se encendieron cegándome completamente.

Cuando pude abrir los ojos y enfocar mejor las cosas que estaban a mí alrededor, pude ver barrotes a mis costados bastante altos, de mi lado derecho ese aterrador sujeto seguía observándome.

-Por favor no me haga daño, mis padres pagaran lo que sea por el rescaté. -Dije en un intento desesperado generado por mi miedo a que me lastimaran.

El hombre no mostro ninguna expresión en su rostro, solo tomo mi mentón con un poco de rudeza, paso sus asquerosas manos por todo mi cuerpo sin decir nada, yo solo cerraba los ojos fuertemente tratando de no concentrarme en su tacto, quería gritar pero eso no siempre resultaba buena idea, mejor actuar con cautela hasta no saber qué era lo que querían.

Cuando estuvo satisfecho volvió a colocar la venda en mis ojos y la mordaza en mi boca, dejándome sin posibilidad de decir algo más, las luces se volvieron a apagar y él se marchó.

Casi al minuto de estar nuevamente sola, empecé a llorar, la idea de que mi vida sería horrible a partir de ahora solo me atormentaba, tenía que ser fuerte porque algo me decía que esto solo sería el principio de un sinfín de acontecimientos desastrosos.

El llanto no ceso hasta que me quede dormida debido a todo el cansancio acumulado y las emociones tan intensas que había experimentado recientemente. No sé cuántas horas me habían tenido atada, mis articulaciones se encontraban entumecidas, no sabía cuánto tiempo más resistiría estar en esta posición, tenía hambre, sed y unas intensas ganas de ir al baño, el dolor en mis muñecas y mis tobillos por las cuerdas rozando mi piel, casi apaciguaban el miedo que sentía provocado por la incertidumbre de lo desconocido.

No paso mucho tiempo hasta que vuelvo a escuchar la puerta abriéndose, me vuelven a retirar la mordaza de la boca, esta vez no me quitaron la venda de los ojos pero desataron mis manos al menos permitiéndome sentarme.

-Todo va a estar bien dulzura, puedes llamarme Lia. -La voz de esa mujer me hizo sentir un poco mejor en lo que cabe pero que mentira ¿Todo va a estar bien? ¡Si claro!.

- ¿Quieres un poco de agua?

La mujer acerco, una botella de agua a mi boca, yo empecé a beber bastante rápido, sentir el líquido bajar por mi garganta, había logrado calmar la sed tan intensa que sentía. Su voz dulce, la suavidad de su tacto, eran lo único que me reconfortaba en estos momentos.

ABDL AdventuresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora