Capítulo 8.

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Fui y me acerqué y sin pensarlo fijamente te miré, no tuviste que decir ni una palabra, tus ojos delataron cuanto te gustaba.

¡Liyana cumple cinco meses! 

Y que mejor que celebrarlo en el jardín delantero bajo el árbol frondoso de cerezo, con un glaseado pastel casero de chocolate que se encuentra en el centro de la mesa circular, el cielo está cubierto de gris y las nubes ocultas, el aire es fresco pero agradable y simplemente hoy es ese día especial en el que pongo de todas mis fuerzas para estar bien... para ella.

Nana, le obsequió un conjunto celeste de tela aborregada, es de dos piezas y el suéter tiene gorrito y un cuerno de unicornio dorado. Ella lo luce espectacular y sus mejillas sonrojadas le dan ese toque de ternura que hace derretir por completo mi corazón. 

— Y le dije: Oh, creo que tengo Alzheimer porque no recuerdo tus niñerías de hace treinta años.— resopla, enredando el tenedor en la pasta. 

Una traviesa sonrisa brota de mis labios al oírla.
— ¿Y qué dijo ella?

Carcajea cubriéndose la boca con la mano para no escupir y yo la espero paciente. Cuenta lo que sucedido después de que me marché, no pudo soportar las crueles palabras que salieron de la señora y decidió ponerla en su lugar frente a su familia.

— Nada.— simplifica y frunzo el ceño— Mitchell, no dejo que prosiguiera.

El tenedor queda a mitad del camino al escucharla, ella se percata de mi acción y sonríe dejándolo pasar, y haciendo como que Dios le habla. Y por mi parte, arrulló el porta bebé en completo silencio, no sé que decir referente a ese tema, o a ese nombre. 

— Me comentó que fue a buscarte pero que no estabas ahí, sino en casa.— murmura.

Me enderezo en la silla asintiendo sin mirarla, con la vista fija en el plato, intentando que sus ojos no causen una reacción en mí. A veces, nana puede ser muy insistente en saber algo que le interesa, y no rendirse hasta obtenerlo. 

Y siento su mano sobre la mía, la miro y ella me sonríe:— Estás comenzando a crecer.

— Me estoy esforzando e intentándolo, y se siente genial.— admito y ella asiente más que orgullosa por mis palabras. Puedo verlo en sus ojos. 

El sonido de un motor acercándose llama nuestra atención y ambas volteamos a ver de quién se trata. Nana lo reconoce al instante porque alza su mano y la agita en el aire con una agradable sonrisa, y él baja de ahí. 

Trae portando un traje sastre negro y debajo una camisa de vestir blanca, el saco esta desabrochado y su cabello rubio está alborotado y ondeante, el podría ser el rostro de muchas revistas de moda si así quisiera. 

Aparto la mirada rápidamente cuando sus ojos hacen contacto con los míos, paso saliva distrayéndome con Lily que se estira en su lugar y se mantiene babeando los guantes de algodón que cubren sus manos. 

— ¡Hola!— nana exclama entusiasmada, levantándose de la silla y caminando hasta la acera. 

Puedo sentir mis vellos erizarse de los nervios, ¿por qué me siento así? Simplemente es él, el nieto de la amiga de nana que vino de visita y que no sabré cuando se marchará o si su estadía aquí será permanente. 

— Traje un obsequio.— informa más cerca y es cuando me permito volver a verlo, le pasa algo y ella lo sostiene. 

Nana sale a la acera y lo espera sujetando una bolsa rosada con letras doradas, el nombre es ilegible a la distancia en la que me encuentro, él esta sacando algo detrás de la camioneta y cuando lo tiene, regresa. 

Nebulosa© #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora