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Para su buena suerte -o tal vez no tanto- Taehyung no notó la presencia de Jungkook y se quedó viendo a la bonita castaña.

Tenía unos ojos marrones preciosos, no tan grandes ni tan pequeños, labios delgados que se adecuaban perfectamente con su nariz y su cara. No era tan alta, pero quizá eso la hacía ver adorable.

Era un maldito ángel.

¿A los chicos les gustan las mujeres... como ella? Desconocía su nombre y creía que no debía enterarse, ni relacionarse. Pensó que lo mejor sería mantener su distancia por los futuros seis meses, pero recordó un inconveniente.

El suéter.

El bendito suéter tenía que ser devuelto a su dueño y para ello, Kook tendría que hablar con él, ¿o había otra forma?

Vio su teléfono encontrándose con un mensaje de Jimin, ¿él sabría cómo ayudarlo? ¿Conocía una respuesta? Probablemente sí, aunque no le gustara la idea de hablar sobre su reciente homosexualidad con él, no tenía con quién.

Sus padres no lo aceptarían y él no quería pelearse con ellos y poner a prueba cuanto lo amaban.

—Joven, ¿le sucede algo? —Jungkook negó. La fémina no entendía -y no le interesaba saber-, pero le preocupó que alguien siguiera en el mismo lugar por tanto tiempo.

El resto de las clases transcurrieron con normalidad y no tuvo ningún problema.

Sus padres pensaron en todo, incluso en lujoso departamento solo para él en Seúl, el cual fue rechazado por Jungkook, pues creía que la casa de su madre sustituta era suficiente.

El señor Choi, su chófer, recibió a Kook y Seulgi, que era el ama de llaves de los Jeon en Londres y se encargó de preparar su comida. Sus padres jamás dejarían que viajara solo y lo consideraban necesario para su día a día.

Hambriento y algo más, empero no precisamente de comida. ¿Entonces qué?

—Seulgi, ¿crees que alguien pueda gustar de alguien en tan poco tiempo? —incluso si lo pensaba era ridículo y tonto.

—Tal vez, escuché que hay "pre-destinados",  pero no sé sobre tema y, siendo sincera, no lo creo. —habló con algo de pesadez. —¿Por qué lo preguntas? ¿Te gustó alguien?

—No, solo tenía curiosidad. —Jungkook era puro, era el tipo de personas enamoraban sin miedo y aunque a veces deseaba no ser así, no podía negar que aquel chico provocaba un sentimiento en él. —Iré a cambiarme.

Se quitó el suéter y lo colocó junto la ropa sucia, abrió el cajón de su mesita de noche, donde sacó una crema que le ayudaría a aliviar las marcas que le dejó la prenda.

Marcó el número de Jimin, e incluso le envió un mensaje, pero él no contestó. Así que no vio más opción que dejarle un mensaje de voz.

Dejó el móvil a un costado y se recostó mirando el techo de su habitación.

No entendía muy bien sobre el amor y tampoco espero entenderlo en un instante, es decir, hasta hace un año su vida se resumía en pasar el tiempo con Jimin, estudiar y estar -poco tiempo- con sus padres.

Entre Park y Jeon, el que llamaba más la atención, el que había tenido innumerables citas y cumplidos era Jimin. ¿Y cómo no? Era lo siguiente de precioso. 

Jungkook admite que en un momento se sintió celoso de su mejor amigo, no obstante, dejó de importarle cuando empezó a crecer.

Sin embargo ahora no se sentía como él.

Jeon jamás se considero horrible, de hecho, creía que era bastante normal. Es decir, no era feo, pero tampoco voltearían a verlo. 

¿Era bonito? Tal vez.

¿Era bonito comparado con ella?

Heather. ★ Taekook ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora