CAPÍTULO V

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TODOS SOMOS VALIENTES HASTA QUE SUENA UN TRUENO...

AÑO 2.152

RAFAEL

*JUEVES: Horas antes del paso del Huracán*

"La vida cambia sin pedir permiso, así que yo tampoco lo voy a pedir" ...

Como hoy, que no sabíamos realmente que era lo que estaba pasando ni el impacto real en nuestras vidas, no sabíamos cómo cambiaría nuestros destinos, no sabíamos si el humo era un permiso para levantarnos del suelo y correr o si debíamos esperar por los oficiales, pero como dice el sabio refrán:

"¡Mejor decir de aquí corrió, que aquí quedó!"

Entre correr por el humo, la gente asustada, los policías, los sonidos de disparos y el miedo, perdí a Aura y Lirón, pero el gas no me dejaba respirar, mucho menos llamarlos. La sensación de ahogo se apoderaba de mí, a duras penas podía correr tratando de salir y la visión era borrosa, ya el ruido parecía lejano y la falta de oxígeno me hacía perder la fuerza para salir de ahí.

Sentía que me comenzaba a asfixiar y un mareo me obligo a detenerme y recostarme de algo, que podía ser un muro, una pared o una columna, pero así de nublados estaban mis sentidos que no tenía ni idea, solo quería respirar.

Hasta que sentí que alguien se acercó, pero no distinguía bien quien era. Sin mediar palabras, tomó una de mis manos y me haló forzándome a pararme y, como si no pesara nada, me montó en su hombro como si de un gran saco de papas se tratase.

Y lo peor es que me tuve que calar eso sin quejarme porque seguía ahogado...

Pero la fuerte brisa me golpeo en algún momento y me ayudó a recuperar un poco la respiración. La persona que me cargaba me puso en suelo de pie y luego sentí que echó algún liquido en la cara, que parecía agua, pero me alivió los síntomas de aquel gas, por lo que supe que el agua debía tener bicarbonato para cortar así los efectos, al abrir los ojos y poder recuperar la visión, lo primero que veo es a una chica de ojos verde-aguamarina, con el cabello rapado y la tez muy blanca, con una expresión que te dejaba claro que estaba bastante molesta.

— ¡Si ya puedes ver y respirar, entonces vete! – Me dice la chica.

Un momento...

— ¿Tú me cargaste hasta aquí? – Pregunto.

No es que sea sexista, pero ella es una chica delgada, casi parece desnutrida, un poquito más alta que yo y parece un poco mayor, llena de golpes y heridas, que no pareciera estar en condiciones de cargar sobre su hombro a alguien de mi peso con tanta facilidad.

— ¡Sí, ahora largo, niño! – Me dice antes de darse la vuelta y correr, perdiéndose entre las nubes.

La chica que vio Aura en el tren, el chico que nos tropezó en la entrada y ahora ella...

Tres personas bastante curiosas, principalmente por sus ojos, pero sus pieles son muy blancas, además la chica que vio mi amiga y el chico que vimos luego tenían los cabellos de colores muy extraños también.

— ¡RAFAAA! – Escucho la voz de Lirón llamarme.

Me volteo y lo veo salir con los ojos y la nariz enrojecidos por el gas, tratando de cubrirse con la parte interna del codo, tosiendo y con dificultad para caminar, así que no lo pensé antes de irlo a ayudar.

Dos cosas que deben saber de las situaciones así: Primero, no te restriegues, porque los químicos pueden entrar en tus poros y es peor, segundo, si eres asmático, o vez a alguien que sabes que es asmático, esa persona es prioridad, incluso si lleva años sin una crisis, como Lirón.

Ciudad AetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora