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Empecé a entrar en razón después de entrar al auto del policia.

¿Que le diría a mi tía?
¿Que le diría al policía?
No importaba, por que parecía que esta situación no podía empeorar.

Pero me equivoqué, al igual que siempre.

El otro problema partió cuando me
empecé a desesperar. Simplemente no sabia que hacer. Cuando el auto paró en un semáforo, escapé.
Abrí la puerta y corrí. Ni siquiera sabía a donde ir. Solo corrí.

Un policía se bajó y me siguió.

Estaba exausto, pero aún así seguí corriendo.

Ambos corrimos debajo del contaminado y gris cielo por bastante rato.

Luego llegué a un callejón sin salida. Era el típico callejón lleno de basura, pero corto de escapatorias.

El policía llegó y sacó una pistola.

- ¡Manos...en...alto! - gritó exausto.

Levanté las manos, no tenía opción.
El policía se acercó y me puso unas esposas.

- Estás en graves problemas, niño - me dijo.

No dije nada.
Hubo un momento de silencio en lo que único que hice fue caminar y dejar que las lágrimas recorran mis mejillas.

Rejas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora