➵ Capítulo 5.

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Las próximas horas de la calurosa tarde las pasamos escuchando viejas anécdotas de la abuela. Ella y Aiden se encontraban sentados justo en frente nuestro, de modo que lo único que lograba mantener una distancia entre nosotros era una pequeña y rústica mesa de té.

Raina no había parado de sonreír y largarme miradas acusadoras desde que aquel chico había entrado a la sala y con Aiden cruzamos miradas infinitas veces. De vez en cuando lo encontraba observándome de reojo, como si no quisiera que me diera cuenta de tal acto.

Su presencia me ponía tan nerviosa, hasta el punto de reprimir mis ganas de tomar el vaso de jugo que se encontraba en la mesa para evitar llamar su atención. Aunque nos mirábamos sin que hiciera falta un motivo.

- Bien, creo que ya es algo tarde. - Dije cuando terminaron de reír. Estaba tan inmersa en mis pensamientos que ni siquiera sabía el motivo de las grandes risotadas de mi prima.

- Lo sé, casi se ha hecho de noche. - Aseguró Raina al mismo tiempo que echaba una mirada por el ventanal. - ¿Quieres que te acompañe hasta casa? - Me preguntó.

- No hace falta. Gracias de todas formas. - Sonreí y me levanté del sillón dispuesta a despedirme de mi abuela. - Adiós abu, volveré mañana.

- Adiós mi dulce Cali. Voy a estar esperándote con galletas de vainilla. - Rió y me abrazó para luego depositar un beso en mi mejilla.

- Yo también me voy, abu Minia. - Aiden se levantó quedando casi a mi misma altura. Digo "casi" porque obviamente era algunos centímetros más alto que yo. - Estoy algo cansado.

- Oh mi niño, ve con cuidado. - Le dijo mi nana y repitió el tierno saludo que me había dado segundos antes.

Sin esperar que alguien más hablara, me despedí de mi prima y antes de salir disparada por la puerta me giré.

- Adiós Aiden.

- Adiós, Cali. - Sonrió tímido. - Encantado de verte de nuevo.

Le sonreí nerviosa y esta vez salí de la casa. Una vez que la puerta me separaba de las personas que se encontraban adentro, suspiré y comencé a caminar.

Tenía un gran tornado en mi estómago, como si hubiera tomado tragos de diferentes bebidas llamadas "nervios", "incomodidad", "felicidad", "melancolía" y a su vez "viejos recuerdos".

Cuando me encontré a una cuadra de distancia de mi casa, sentí mi celular vibrar en el bolsillo de mi chaqueta.

>> Estoy tan sorprendida como tú. :O <<

Leí una vez más el mensaje de Raina y reí. Una de las cosas que más me describían era que a pesar de que sintiera un remolino de emociones como en este momento, solía tomarme las cosas a la ligera.

Sabía que no era para nada mala la idea de retomar la fuerte amistad que había tenido por años con Aiden. Lo extrañaba. Y una de las cosas que más me hizo darme cuenta de ello fue cuando tenía cosas por contarle pero sin embargo no podía, ya que no había algún medio por el que pudiéramos comunicarnos.

- ¡Cariño, mañana tenemos invitados! - Mi madre bajaba apresuradamente las escaleras. Notó que fruncí el seño por lo que siguió hablando. - Contactamos a la familia de Aiden y los invitamos a cenar. - Sonrió.

Genial.

Nada podía salirme mejor.

Nótese el sarcasmo.

- Oh. - Dije y traté de sonreír pero en lugar de eso salió una mueca.

- Va a ser una cena muy especial así que quiero que te pongas tu mejor vestido. - Dijo y salió de casa.

¿Mi mejor vestido? Definitivamente iba a necesitar ayuda de Raina, ella era muy buena en estas ocasiones.

>> SOS. Tengo cena de gala mañana. << texteé y a los segundos recibí su contestación.

>> Horas antes estaré ahí. Es todo un placer, primis. ;) <<

✦✦✦

- Bien, veamos qué tenemos aquí. - Dijo la pelirubia hurgando en mi armario. - Tiene que ser algo sexy pero no vulgar, que te haga ver más grande pero no como una mujer mayor, que resalte tus piernas pero que no sea tan corto. - Abrió los ojos y chasqueó los dedos. - Este, es el vestido perfecto.

Era un vestido rojo, corto y pegado al cuerpo. Atrás tenía como detalle una transparencia que llegaba hasta la mitad de mi espalda. Era tan sencillo pero a la vez muy elegante, realmente me encantaba cómo me quedaba.

- Oh my God, girl. Tú sí que tienes un cuerpo de infarto. - Raina me miró de arriba a abajo. - Hay que combinarlo con unos tacones negros. - Dijo y me acercó unos que traían unas pequeñas perlas plateadas. -¡Estupenda! Ahora vamos con el maquillaje.

Tardamos un poco más de una hora entre el maquillaje y mi cabello. Éste era tan largo que llegaba casi hasta mi cintura, era de un color castaño y completamente lacio. Dejé que cayera por mi espalda en unas suaves ondas y me miré una última vez en el espejo.

- Jamás pensé vestirme de esta forma para encontrarme con Aiden. - Hablé todavía observando mi reflejo.

- Estoy más emocionada que tú. - Sonrió e hizo unos saltitos como niña pequeña. - Pero es mejor que ya me vaya, en unos minutos llegarán y no quiero que me encuentren aquí. Ya sabes... - Hizo un gesto desinteresado con su mano. - Es aburrido saludar a las personas. - Reí y nos despedimos.

DespeinadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora