Confiésate sin culpa

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Mi cuerpo se tensó cuando sus manos comenzaron a ascender por los costados de mis brazos, deslizándose luego por la curvatura entre mi hombro y cuello, acariciándome lentamente, continuando su trayecto hasta llegar a mis mejillas, las cuales se sintieron arder al tomar contacto con sus fríos y delgados dedos.

Pero lo que alteró todo en mí fue el sentir su entrepierna pegarse a la mía, una leve fricción que produjo una extraña corriente desde mis pies hasta la última vértebra de mi columna. Todo en mí se calentó, no únicamente mi cara.

Gemí entonces en respuesta a esa presión en mi zona baja – ni siquiera yo sabía que podía emitir tal obsceno sonido, me sentí un tanto abochornado, empero no lo manifesté de ninguna forma. No quería que dejara de tocarme, besarme...me gustaba lo que estaba haciéndome sentir –, sin embargo, lamentablemente, él terminó abriendo los ojos y se alejó lo suficiente como para poder mirarme.

Vi en aquellos ojos la culpa y el miedo reflejándose, haciéndome sentir en consecuencia terrible conmigo mismo.

De algún modo, volví a distinguir su reiterado deseo de tenerme lejos...literalmente lejos.

—¿Qué pasa? —susurré lastimero y volví a acercarme a él —. Puedes continuar...—buscaba su mirada para trasmitirle tranquilidad, para que no entrara en pánico por haberme besado y tocado, pero él se empecinaba en esquivar cualquier contacto. Tanto visual como físico.

Lo vi fruncir el ceño y negar con la cabeza.

—Si es lo que quieres, está bien, hermano...—insistí, aunque sin estar muy seguro de lo que estaba diciéndole.

—Ya basta, Sasuke, te pido que te vayas y me dejes pensar tranquilo —murmuró al fin, con la respiración agitada.

—Pero...

—¡Pero, nada! ¡Lárgate, quieres! —explotó, medio empujándome.

En respuesta, lo miré confundido y desconcertado. No puedo creer que, luego de haberme besado y haber hecho que entrara en su habitación para hacer "vaya uno a saber qué" conmigo, ahora esté echándome así como si nada. Casi como si estuviera despreciándome. Como si lo hubiese obligado a esto.

¡Maldito idiota!

—Como quieras, por mí puedes irte a la mierda, Itachi —al pasarle por un lado lo golpeé con mi hombro, saliendo de su habitación y dando un fuerte portazo al final. Si fuera por mí hubiese roto esa puta puerta al cerrarla, pero me medí bastante ya que mi madre no tenía la culpa de que el mayor de sus hijos sea un desgraciado de primera.

Además, no quería recibir una reprimenda de su parte por dañar parte de la casa con mi significativa agresividad. 

Entonces, indignado y enojado como me encontraba, me encaminé a la planta baja con la intención de salir de casa para poder calmar mis nervios, mientras en el trayecto me la pasaba insultándolo mentalmente.

Fui directo a la cocina para buscar mis llaves que bien recordaba haberlas dejado varias horas atrás sobre la mesa, pero previo a tomarlas me serví un vaso con agua. Lo tomé casi con desesperación, como si al ingerir aquel líquido, fuera a quitarme toda la bronca que sentía en este momento – no sé cómo el vaso no se rompió ente mis dedos por la fuerza que estaba ejerciendo al sujetarlo –.

Miré un momento a través de la ventana de la cocina y me concentré en un punto cualquiera. Pronto me encontré contemplando el enorme árbol que había en nuestro jardín, y me fue imposible no recordar las veces que Itachi y yo hemos jugado y compartido grandiosos momentos junto a éste.

¿Qué carajo estaba pasando con nosotros? 

Inconscientemente comencé a tocar mis labios con la yema de mis dedos, al tiempo que cerraba mis ojos.

ItaSasu: Herederos de un pecado [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora