Capítulo 7

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Mentiría si dijera que después de ese enfrentamiento las cosas cambiaron en mi familia. Mis padres nunca terminaron de entender lo que me pasaba. Nunca usaron los pronombres correctos ni me trataron de la manera en la que yo me sentía cómodo. Para ellos yo seguía siendo Alexandra, incluso cuando pude comenzar mi tratamiento de testosterona y mi aspecto físico empezó a cambiar. Nunca pudieron dejar ir mi versión femenina, porque yo era quien la odiaba, pero ellos amaban a su princesa, a su pequeña Alexandra. Realmente no sé si en algún momento llegaron a entender lo que ser transexual significaba. Intenté explicárselos varias veces, también les propuse ir a terapia, pero estaban tan bloqueados que no querían saber absolutamente nada del tema. Me aceptaron de vuelta en su casa, o más bien, aceptaron a Alexandra, no a Alexander. 
Yo sé que no todas las personas trans sufren. Yo quisiera ser uno de esos tantos suertudos que son aceptados y apoyados por su familia, pero mi caso, así como el de tantos otros chicos y chicas trans, no fue ese. A algunos nos toca luchar, sufrir, y a veces las situaciones que vivimos y el continuo rechazo nos lleva a pensar que si muriéramos no habría ninguna diferencia, porque sentimos que nuestra existencia no vale la pena. Pero a todo el que esté leyendo este relato, yo les digo que sigan luchando. Los malos momentos no son eternos, y sí, a veces queremos bajar los brazos y rendirnos, pero en esos momentos solo debemos tomarnos un segundo para respirar hondo, llorar lo que sea necesario y luego seguir adelante. Sé que duele que tu familia te rechace, que tus padres digan cosas horribles, el sentir que no hay un lugar para ti en el mundo es lo más doloroso que puede sucederle a un ser humano, pero lo hay, por más que te hagan creer lo contrario. Tú naciste por un motivo, tienes un propósito en esta vida, y ese propósito es buscar tu felicidad. Búscala, y no permitas que nadie te haga sentir que no puedes hacerlo, porque eres más fuerte de lo que piensas. Que nadie te diga lo contrario. 
Soy Alexander, tengo veinticinco años y soy un hombre transexual. Ahora ya conoces mi historia, o por lo menos, un pedacito de ella. Lo más importante que quiero decirte, es que ya no quiero morir. Ya no necesito apagar ese sufrimiento con la muerte, porque lo hice con mis metas, con mis sueños. Aprendí a lidiar con mi soledad, dominé a mis demonios, y trato de entender a la gente que me odia y me rechaza por ser lo que soy, pero no permito que nadie me haga sentir mal. Si hay algo que nadie podrá robarte jamás, es tu identidad. 

Cómo ser trans y no morir en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora