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El volumen de la música no era suficiente para ensordecerme, lo que había provocado el intenso dolor de cabeza era nada más y nada menos que el griterío al rededor mío

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El volumen de la música no era suficiente para ensordecerme, lo que había provocado el intenso dolor de cabeza era nada más y nada menos que el griterío al rededor mío.

La idea de ir a una fiesta por cuenta propia había sido una fantasía desde hacía ya mucho tiempo, por eso se sentía correcto que la primera a la que asistía sin que nadie me obligara fuera una infantil.

Los globos, las cintas, el dulce olor azucarado y las risas de los chicos que corrían de aquí para allá sin el cuidado de sus padres convertían todo en un sentido familiar. Karen, la cumpleañera del día de hoy corría con su vestido amarillo escapando de las garras de sus amigos, con una sonrisa en la cara demostrando cuanto le alegraba el ambiente.

“Te extrañó todo este tiempo ¿sabías?” la voz masculina llamó mi atención pero no hice amago de quitar la mirada “Casi todos los días preguntaba sobre el tío Fargan y cuando vendría”

“No podía solo aparecerme” respondo tomando del vaso en mis manos “Debía tomarme mi tiempo” sonrío “Aunque sería una mentira decir que no la extrañé”

“Eres de sus tíos favoritos” dice sonriendo “Recuerdo que solía decir que estaba esperando a que te casaras con Frank para poder adornar la iglesia con esas flores azules que tanto te gustan” dice suave y los recuerdos lentamente vuelven

No respondo, no hay nada que pueda responder; es casi antinatural no ver a Frank en el lugar, siempre el sonido ensordecedor de su risa llenaba casi todas las fiestas, solía ser el centro de atención y yo como su pareja lo era igual; el que ahora no estuviera aquí en el cumpleaños de su sobrina no se sentía correcto.

“Gracias por venir” dice de nuevo sacándome de mis pensamientos “Se que ella lo aprecia, todos los apreciamos” sonríe suave

“Es a ti a quien debería agradecer” digo de vuelta “La verdad no esperaba una invitación, no después de lo que pasó”

“Quisimos darte espacio” declara en voz fuerte “Recuerdo que Marta solía decirnos que te invitaramos a los aniversarios y a las fiestas, por los viejos tiempos” se calla y la sonrisa que solía tener se deshace “La verdad es que, después de lo que te hizo Frank no creíamos que tu fueras el que quisiera vernos” la culpabilidad se siente en el aire, de algún modo lo veía venir

“Ustedes no tienen la culpa de que Frank me fuera infiel” digo fuerte para llamar su atención

“No” dice suspirando “No, la culpa la tiene Samuel” el nombre resuena y lo que hago es ignorarlo, recordar cosas que ahoran no tienen importancia no valía la pena.

La risa a mi lado llama la atención, Greg se reía de la pequeña Karen con la cara sucia en los hombros de su tía; el puchero que tiene puesto me hace olvidar

“Al parecer ni siquiera la idea de un vestido es suficiente para que esta niña se quede quedita” dice de manera burlona la chica y el puchero se acentúa

“bueno, bueno, ¿que deberíamos hacer? ¿Un pequeño castigo tal vez?” responde Greg a mi lado haciendo que Karen niegue la cabeza rápido

“No seas ingrato” respondo “Es el cumpleaños de la niña” me levanto y extiendo mis manos hacia la pequeña que se lanza rápidamente a ellos “No creo que quieras quedar como el tío malo hoy ¿no?” respondo sonriendo, el suspiro que saco de mi amigo nos hace reír

“Deberías limpiarla” interviene la pelicafé “No creo que a mamá le guste ver como su nieta ensucia el pastel con polvo del suelo” sonríe

“¿Qué dices Karen?” llamo a la niña “¿Le hacemos caso a la tía Dulce?” el ferviente movimiento de cabeza que hace la niña me hace reír, por lo que dejando un beso en la coronilla de la cabeza la llevo al baño más cercano para limpiarle la cara.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora