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El sonido de la puerta resuena en mitad de la mañana; Alejandro moviéndose con cuidado cierra de esta con una pequeña risa en su rostro, básicamente brilla, los acontecimientos de los últimos días se repiten una y otra vez en su cabeza dejándole una calidez que es casi imposible de borrar.
“Alejandro ¿Eres tú?” pregunta su madre, revoloteando sus ojos sonríe
“Sí mamá, ya llegué” responde, camina por el pasillo hasta la recepción y la ve sentada en el sofá
“¿como te fue?” pregunta con una curiosidad notable y un deje de emoción
“Logré hablar con él” explica sentándose y colocando su cabeza en su regazo “lo entendió, creo” susurra, el paso de la mano de su madre en su cabello
“Sabía que lo haría” sonríe suavemente “Es un buen chico, sabrá esperar por ti” el cariño en su voz hace que Alex murmure un acuerdo, bajando sobre su cabeza coloca un beso en ella mientras se levanta “Por ahora no hay nada que hacer más allá de empacar; el doctor llamó” dice llamando la atención del menor “Arregló todo para que tengas la mejor habitación del hospital” le sonríe y Alex siente su estómago revolverse
“Eso es algo bueno, supongo” responde levantando los hombros
“Será increíble, ya verás, no lo tendrás tan fuerte, será como estar en casa y una vez que la operación haya pasado volveremos” explica con más entusiasmo de lo normal
“Está bien mamá” sonríe, sabe que si lo hace, si finge que todo está bien, la culpa que poco a poco está creciendo en su interior por haberle mentido a David se hará una carga más liviana que llevar.
Levantándose se coloca y con decisión corre a su cuarto a hacer las maletas.
