Epílogo

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La piel de su espalda es suave a las palmas de sus dedos; recorre caminos infinitos e indescifrables sin un destino en concreto.

Un escalofrío corre por su piel gracias al sutil toque suyo.

Hacía mucho que había perdido la esperanza de tenerlo así entre sus brazos; creía que tendrían más tiempo, más conocerse, más conectar. Pero el hecho de que Alejandro se fuera en menos de una semana le había dado el coraje para empezarlo.

Alex no se había quejado, se veía asustado y aún así el nivel de deseo que veía en sus ojos era comparable al suyo.

“¿estas bien?” pregunta, la suave risa que sale del pequeño cuerpo en su pecho es lo que recibe a cambio

“Mejor que nunca” responde y se permite suspirar

Ser suyo, que fuera de él es lo que le anima a confiar en él

“¿Sabes porque no te dije la verdad sobre Frank?” pregunta, Alex se mueve entre sus brazos y niega con la cabeza

“No tienes que decirme si no quieres” dice suave

David sonríe en su cabello

“Fue en nuestra noche de graduación” comienza a decir “Habíamos quedado en hacer una fiesta para celebrar pero él y Samuel dijeron que nos alcanzarían después” el moreno se acomoda y se coloca en su codo “No pensamos que sucedería nada malo hasta que no aparecieron en la fiesta, al día siguiente nos llamaron del hospital; resulta que Samuel lo había convencido de meterse algo y a la vez tener su propia celebración” dice suave y sonríe al puchero que el menor hace

“A Samuel no le pasó nada pero Frank se intoxicó, pasó una semana y no lo aguantó” levanta los hombros y Alex nuevamente vuelve a encontrar un lugar en su pecho

“¿Por qué no me lo dijiste?” pregunta y un suspiro escapa de sus labios

“Samuel es tu amigo” responde “No quería que tuvieras una mala imagen de él” sonríe “Además, Frank me estaba siendo infiel desde hacía ya un mes con el mismo Samuel y otras chicas; no lo culpo a él específicamente, sabía en lo que se estaban metiendo ambos, yo solo, no lo sé, tal vez quería pensar que todo estaba bien” Su voz suave, ni metiendo importancia en sus palabras.

“Eras su amigo” susurra la voz de Alex

“Su mejor amigo” responde mientras rodea con sus brazos los hombros del menor.

“David Romero, David Alonso Romero” dice suave, la habitación es cálida, si la blancura de las paredes logran marearle no lo nota

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“David Romero, David Alonso Romero” dice suave, la habitación es cálida, si la blancura de las paredes logran marearle no lo nota

“Habitación 11-A” le responde la enferma de la recepción, asintiendo da las gracias y se encamina

Lleva consigo su bloque de dibujos, unas pocas pinturas y lápices que le había pedido, aún no sabía cómo podía dibujar en el estado en que estaba pero Fargan siempre sabía cómo sorprenderlo.

“Toc Toc” llamó suavemente para posteriormente ser recibido por una cálida sonrisa al otro lado de la habitación.

“¿Tienes que hacer el sonido con la boca?” pregunta el moreno y se encoge de hombros

“Le da un toque de drama a la situación” dice colocando la silla en una mejor postura y acomodándose en él

“Creo que he tenido suficiente drama por un año” responde cálido

“¿Como estás?” pregunta con un deje de preocupación

“Mejor” sonríe “Ya no me duelen tanto las manos y mis piernas ya no rechinan” dice con un poco de humor y Alex resopla

“Solo a ti se te ocurre bromear con algo así” le regaña y sonríe

“Oh vamos tienes que admitirlo” le molesta “Tu eres el que siempre dice que tenemos que vivir con un deje de drama, además fue un poco romántico” levanta los hombros

“¿Romántico?” le regaña “¿Para ti es romántico tirarte de una azotea de casi cinco metros de altura solo porque pensabas que estaba muerto?” reclama y con satisfacción ve la culpabilidad crecer en su rostro

“Pero no pasó a más ¿no es así?” dice suave y suspira a cambio

“Le debo mucho a Raúl ahora” responde y lo ve reír “Fargan en serio” dice suave mirándolo “Nunca vuelvas a hacer algo así” el moreno le vuelve a ver y el ceño se profundiza “Si por alguna razón vuelves a pasar por algo así quiero que sea a mí a quien acudas” sonríe suave y lo ve relajarse

“¿Confías en mi?” pregunta el moreno

“¿Lo haces tú?” responde y lo ve sonreír

“Con mi vida” dice a cambio

“Entonces déjame entrar ¿si?” pregunta esperanzado

“Alex” suspira “Has tenido el permiso de hacer lo que quieras conmigo desde esa madrugada en la cafetería” sonríe “Sería un tonto si te alejara ahora”

“Un verdadero tonto” dice suave, el indicio de una lagrima queriendo salir

El clima no está frío, las paredes siguen siendo de un color pálido y la pintura se está saliendo del empaque.

Y aún así, para Fargan y Alex este nuevo comienzo tiene un color cálido y un leve olor a óleo.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora