I•N•F•I•E•L (Nadantabo)

♦┏ Capítulo ┛¹¹

Habían pasado al rededor de 3 meses y el proceso del divorcio había concluido al fin.

Oficialmente Jack y Gustabo estaban divorciados.

El tiempo transcurrido fue relativamente rápido, ya que tratándose de que ambas partes estaban de acuerdo, no había cachorros de por medio y que Gustabo no deseaba nada de parte del alfa, se procedió a un papeleo y arreglos más rápido.

Un escándalo hubo en los santos cuando se descubrió del divorcio del jefe de la ciudad con el omega rubio.

Nadie se lo esperaba.

El vínculo que tenían en consecuencia lo habían roto y la marca en el cuello de Gustabo actualmente era solamente una pequeña cicatriz que apenas se distinguía, regenerándose nuevamente esa parte de su piel para, posiblemente una futura marca.

¿Dónde vivía Gustabo?

Vivía con uno de sus mejores amigos, Horacio.

Primero quería vivir solo en algún departamento barato de los santos, pero Horacio se ofreció rápidamente a que su amigo/hermano viviera con él, cómo antes de que se casara.

¿Porqué no vivir con Armando si era su alfa destinado?

Armando estaba más que encantado en ofrecerle hogar a su omega predestinado, pero sabía perfectamente que no podría hasta poder desvincularse de la mafia.

Cosa que aún no podía, tenían varias cosas que hacer en esa organización antes de desvincularse de ese mundo de armas, drogas, dinero y muerte.

Y Gustabo lo sabía perfectamente.

Así que solamente continuaban sus visitas mutuas, esta vez ya no con Nadando, si no con Armando.

–¡Estoy listo Horacio, volveré en unas horas¡–

Dijo Gustabo acomodando su cabello frente al espejo de la habitación y tomando su celular sobre el mueble.

–¡Qué te vaya bien perla!–

Gritó Horacio desde el baño donde se pintaba su cresta de color rosa.

Gustabo salió de la habitación y seguido a eso de la casa, dónde se encontraba estacionado el auto de Armando del otro lado de la calle.

Mientras se acercaba saludaba con su mano, siendo este saludo repetido por el mecánico.

–Te ves hermoso–

Dijo Armando al ver cómo Gustabo subía con un cambio nuevo de ropa.

–Gracias, igual te ves guapísimo–

Ambos rieron un poco, seguido de que el auto fue puesto en marcha.

Una ubicación estaba marcada en el GPS, poniendo curioso a Gustabo, pues Armando solamente le había dicho que se pusiera bonito porque iban a salir.

–¿A dónde vamos?–

–¿Has escuchado sobre la feria de la ciudad?–

Rápidamente el rostro de Gustabo pasó de una curiosa a una sorprendida y emocionada.

–¡Si!–

Armando solo sonrío complacido, pues había logrado poner contento al menor con esa pequeña sorpresa.

–Pues ahí vamos–

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Gustabo miraba curioso cada puesto y cada juego, se sentía como un niño pequeño.

–¿Qué te gustaría hacer primero?–

Preguntó Armando pasando un brazo por los hombros de Gustabo, atrayendolo hacia él.