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Antony Edward Stark se sentia ridiculo, seria su estado normal si no fuera que un chiquillo de ojos marrón fuera la causa. Es normal sentirse ridículo cuando tienes una cita, solo que esta no era una cita y ninguno de los dos gustaba del otro, el asunto era que el problema que tanto le había dado dolores de cabeza no estaba en su invento, estaba en la maldita base.

—¿me lo puedes repetir muchacho?—pidió stark, Peter ya se lo había dicho 3 veces pero esque aun no cabía en su cabeza que el error era tan simple.

Peter asintió—La...La fa-fa-fa-lla, es... es por... que... la base, no... no soporta... la energía del simulador—estas últimas palabras Peter las dijo rápido, casi tanto como las primeras veces que lo había dicho.

—Niño, ya te he dicho que no hay porque estar nervioso ¿si?—Peter asintió aunque no estaba muy convencido—sé que soy más fabuloso de lo que puedes imaginar y de lo que puedo decir, pero debes relajarte si queremos que esta relación de trabajo funcione.

Peter enmudeció definitivamente, ¿desde cuando tenían una relación de trabajo?, es decir, jamás en su corta y joven vida se imagino teniendo una relación de trabajo y menos con el inventor más cotizado de toda la ciudad por no decir del mundo.

—Señor...—llamó muy quedito el adolesencte casi sintiendo que no lo había hecho lo suficientemente alto. Notando que Stark jamás lo miró o le presto atención este dio por entendido que no lo escucho, asi que mejor decidió callar.

Por otro lado, Tony veía atento los planos sobre la mesa de acero, le daba una o dos miradas a las piezas esparcidas en el suelo del taller pero jamás posaba sus ojos whisky en los marrones del adolesente. En aquel gran taller Tony se sentía estupido y Peter ridiculo.

—Señor, el general Rodhes ha solicitado su presencia en la instancia me pidió comunicarle que era de índole urgente—comunicó la I.A. desde el techo del mismo taller, Tony tarareo una respuesta afirmativa para después dirigirse escaleras arriba y desaparecer de la vista de Peter.

Peter una vez solo, apretó el cuaderno que estaba en sus manos contra su pecho, se sentía ridículamente nervioso ya que esto debería ser normal o medianamente común ¿no?, no había nada fuera de lugar ni otro inconveniente pero ¿porque estaba tan conmocionado?, es algo que no sabía pero que tampoco le apuraba saber. El cuaderno en sus manos fue dado por el mismo Tony para que según él peter pudiera aprender algo nuevo si le interesaba o para hacer comentarios importantes. Después de haber salido un poco de su trance mental se dispuso a examinar mejor los planos y si bien sabia lo basico de fisica cuántica y mecánica avanzada podía ver posibles mejoras, tomó un lápiz que estaba por ahí y comenzó a ilustrar con dibujos la misma pieza, el mismo circuito pero con ligeros cambios que él consideraba importantes. no sabe cuánto tiempo estuvo dibujando y apuntando, tampoco sabe cuando tuvo ese grado de confianza para tomar uno de los libros de energía sustentable y autosuficiente que estaba en uno de los libreros del taller y mucho menos se percató que Tony jamás volvió al taller.

—Señor Peter—le llamaron desde el techo y el pegó un respingo en su lugar—la señorita Romanoff requiere su presencia en la estancia.

Peter asintió, cerró el libro y lo dejó arriba de la mesa metálica justo encima del cuaderno que anteriormente tenía consigo. Se encaminó hacia donde creyó que era pero muy diferente al destino donde pretendía llegar terminó en una especie de sala de cine, una vez mas se sentia ridiculo.

—¿hola?, ¿voz del techo?, ¿I.A?—llamo pero nadie contestó, a lo que se resignó y comenzó a llamar a alguna de las personas conocidas en la casa—¿Hola?, ¿alguien puede ayudarme?

Sus pensamientos iban a quedarse en su lugar, seguir buscando o llamar a su hermano para que fuera por él. No, definitivamente no llamaría a Steve, suficientes razones tenía para que no le dejase venir como para darle más razones para que nunca jamás saliera de la casa Parker-Rogers. Resignado se sentó en el suelo y pensó en posibles soluciones a sus problemas pero a pesar que se consideraba una persona medianamente lista no se le ocurría nada.

730 días para conocerte | StarkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora