Pregnant Witch [Harry Potter]

20

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Cuando Adhara abrió los ojos, notó que estaba en una habitación con paredes blancas. Al ver alrededor, notó que era la enfermería de la escuela y recordó vagamente que la habían trasladado en plena madrugada por si Katia se enteraba que estaba en San Mungo e iba a verla. Había estado tres días en el hospital, y era peligroso que se quedara más tiempo sabiendo que Katia no estaba exactamente feliz con ella.

Al lado de la cama donde estaba durmiendo había un pequeño Moisés que su tío Regulus le había comprado a su hija, y en la cama de al lado estaba Cedric con la bebé en brazos.

—Hey —saludó ella. Su voz salió un poco ronca.

Al mirarla, Cedric sonrió.

—Hola, Ads —respondió y se sentó a los pies de su cama. Cuando Adhara se enderezó y se apoyó contra la pared, él colocó a la bebé en su pecho—. Creo que tiene hambre.

Le hizo una seña con la cabeza al chico, quien, mirándola incómodo, se volteó levemente. Ella rió. Para ser honesta, no le molestaba que Cedric la viera amamantando a su bebé. Primero, porque para ella era un acto natural, y segundo porque, bueno, ya la había visto desnuda.

Cuando la bebé se prendió de su pecho, le dijo a Cedric que podía voltearse.

—Estás sonrojado.

—Cállate —masculló él—. No puedo dejar de mirarla. Es hermosa. E increíblemente parecida a ti.

Adhara sonrió. Se lo había dicho incontables veces desde que la bebé había nacido. Cedric se acomodó al lado de la morocha y quitó los mechones de pelo que le caían en el rostro.

—Necesitamos pensar un nombre —dijo ella.

—Cuando dijiste que te gustaba la Astronomía, ¿era cierto? —preguntó él.

Adhara asintió. Una de sus primeras conversaciones, cuando ella aún intentaba ganarse su confianzaba para cumplir su apuesta, había sido de Astronomía. Habían estado horas en la Torre de Astronomía observando a las estrellas y hablando de los planetas.

—Sí —respondió sinceramente ella—. Incluso tal vez estudie Astronomía —murmuró recordando lo que le había dicho Snape.

—¿Qué hay de la tradición de tu familia? —inquirió el chico—. Los nombres de estrellas y constelaciones.

Ella dudó unos segundos. Para ser honesta, nunca le había gustado aquella tradición de los Black de ponerle nombres de estrellas a sus hijos. O tal vez simplemente no le gustaba nada que tuviera que ver con su familia paterna, después de todo, Sirius la había abandonado (sea cual sea la razón, él la había abandonado y nada justificaba el hecho de que había vuelto a huir) y Regulus... bueno, Regulus tal vez era un buen tío y la quería, pero no había aparecido hasta que ella no le mandó una carta para verse.