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Sus manos temblaban con tanta furia que todos en la habitación podían notarlo. No tenía frío, pero la ansiedad la estaba consumiendo.

No podía parar de pensar en su pequeña niña. Quería recuperarla, tenerla en brazos para abrazarla, llenarla de besos y decirle cuánto la amaba aunque no la entendiera. Pero no podía pensar en el reencuentro. Su mente era invadida constantemente por diferentes escenarios donde la misión de rescatar a su hija salía mal.

Refregó su rostro para distraerse y luego pasó sus manos por sus piernas, nerviosa, hasta que Harry las tomó para calmarla.

—Va a salir todo bien.

—¿Y si no?

—Addy, no pienses así —le pidió el ojiverde, pero la muchacha negó con la cabeza.

Draco le hizo una seña a Harry para que se lleve a Adhara, mientras que él se levantó y se dirigió a la cocina a hablar con su tío. El azabache tomó la mano de Adhara y tironeó de ella hasta que logró levantarla del sillón.

La muchacha lo miró con molestia.

—Te llevaré a tu habitación a descansar.

Adhara comenzó a quejarse, pero Harry la arrastró escaleras arriba hasta su habitación. El olor a manzana verde que estaba en el ambiente invadió sus pulmones, haciéndolo sentir extrañamente cómodo.

La morocha se sentó en la esquina de su cama, mientras que Harry tomó asiento en el sillón que estaba en la habitación. Miró con angustia la cuna vacía de la bebé, mientras Adhara jugaba con sus dedos. Notó que sus ojos estaban llorosos, por lo que se acercó para arrodillarse enfrente de ella y tomar sus manos.

—Addy, mírame.

—Si algo le pasa a mi bebé... —balbuceó—. No podría soportarlo, Harry. Primero Cedric y ahora ella.

Harry apoyó su rostro en las rodillas de Adhara, sabiendo que nada de lo que le dijera la haría sentir mejor. La ojigris acarició el cabello desordenado del chico, agradeciendo que no intentara abrazarla.

—Addy, Aurora va a estar bien —le dijo—. Lamentablemente, no puedo asegurarte lo mismo sobre el resto, pero no vamos a dejar que lastimen a Aurora. Te lo prometo.

Adhara cerró los ojos, permitiendo finalmente que las lágrimas cayeran, y asintió.

—Descansa, Adhara. Lo necesitarás si iremos a la mansión.

La chica permitió que Harry la recostara en la cama y la tapara, para luego tomar su mano con fuerza.

—Yo también te amo, Harry. No lo olvides nunca.

(...)

El sonido de su respiración agitada fue lo que la delató. Sus pies se movieron detrás de él con ligereza, muy silenciosa, pero no podía ocultar la emoción que sentía al tener a su cuñado en la casa.

Su corazón latía con fuerza de solo pensar en todas las torturas que le haría, todas las torturas que tenía en mente desde que se le había escapado como el cobarde que era. Igual que sus tan queridos primos.

Ella siempre estuvo mal de la cabeza. Desde antes de unirse a aquella secta, antes de desarrollar aquel gusto por torturar a gente inocente hasta volverlos locos. Tal vez fue por la cantidad de veces que fue sometida a ese hechizo ella misma, o tal vez simplemente nació siendo cruel, pero Bellatrix Lestrange iba a disfrutar como nunca torturar al inútil de su cuñado.

Rabastan se volteó con rapidez para mirarla. Era demasiado tarde para sacar su varita, así que con un golpe alejó el brazo con el cual Bellatrix lo apuntaba y la empujó contra la pared. Sacó su varita y la apuntó, utilizando un hechizo no verbal para aturdirla.

Pregnant Witch [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora