Para mi mala suerte el tiempo corría muy rápido. Ya estábamos a sábado, había tenido unos días muy agradables junto a Jungkook, tomando fotografías, pintando, armando nuestro propio álbum de fotos, viendo películas y cocinando galletas. Escuchamos muchas historias de cuando su madre era pequeña e intentamos aprender a tocar el piano pero fracasamos horriblemente. Jamás olvidaría esos hermosos recuerdos que habíamos creado juntos, estos últimos días.
Esa mañana me encontraba desayunando sola y en paz, hasta que apareció mi padre.
—Hanna, mañana es domingo. Espero que sea tu último día con Jungkook.—aunque lo estaba escuchando, actuaba como que no lo hacía.
—Mírame—exigió, tomándome del mentón, obligándome a mirarlo—. Realmente no quiero tener que lastimar a Jungkook, de verdad lo digo, es un buen chico, pero si no obedeces no me queda ninguna otra alternativa.—hablaba de una forma muy tranquila y siniestra, lo desconocía completamente.
Me solté bruscamente de su agarre—Sé que tú nunca te atreverías a golpearlo.—me sonrió de forma cínica.
—Eso es cierto, me conoces muy bien. Pero mira...—formuló, mostrándome la pantalla de su teléfono celular, en ella había una foto de dos tipos gigantes, eran puro músculo y sus caras daban miedo.
—¿Para qué me muestras esa foto?—lo miré con el ceño fruncido, totalmente azorada.
—Para que sepas que ellos no son como yo, ellos no van a dudar ni un segundo en golpear a Jungkook, no con lo bien que les voy a pagar.—sonrió con maldad.
—Eres un verdadero monstruo.—me levanté de mi asiento y subí a mi habitación. Sus amenazas se sentían cada vez más reales, temía tanto por Jungkook.
¿Debo dejarlo?...No quiero hacerlo, no quiero lastimarlo ni que lo lastimen. ... Tomé una relajante ducha y luego me sentía mucho menos tensa. Me vestí un poco más bonita de lo normal :
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¿La razón?... Esta sería mi última noche con Jungkook y quería que me recordara, aunque eso fuera un deseo egoísta. Debía dejarlo, por su propio bien.
Salí de casa, era una mañana muy cálida. Pasé por una cafetería y compré café helado para ambos.
Llegué a casa de Jungkook, estaba triste, pero antes de tocar timbre puse mi mejor sonrisa. Debíamos tener un día genial e inolvidable, ese era mi objetivo.
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Jungkook abrió la puerta y me abrazó, estaba feliz de verme.
—Ten —le dije, extendiéndole el vaso—. Es café helado con un poco de chocolate.