3. Su marca en tu alma.

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 Llamar a aquello el jodido infierno, era subestimar la situación.

Los gritos de auxilio se repartían por toda la ladera, a unos 20 km al este de Gardenial. Decenas de paladines estaban heridos de gravedad, y aunque afortunadamente ninguno pudiera morir gracias a la protección de San, estaban sufriendo el dolor más impensable de sus vidas.

Wooyoung arrastraba a Yeosang de un codo, intentando esconderse tras unos árboles que parecían asilo seguro. Casi todo a su alrededor estaba en llamas. Sin embargo, a pesar de todas las penurias, habían conseguido reducir el número de demonios a cinco.

Esos cinco, eran los que habían dañado a los luchadores.

El Capitán Lim se encontraba luchando con dos de ellos, haciendo alarde de su espléndida complexión y habilidad para la pelea.

Wooyoung no se había percatado de que uno de los demonios le miraba fijamente, calculando cada movimiento que hacía.

- ¿Dónde está San?- preguntó Yeosang en un susurro- Él nunca hubiera dejado que esto pasara... ¿qué está haciendo?

- No lo sé, Yeo...- contestó Wooyoung.- Puedo sentirle pero no sé si soy yo o Él, no lo tengo mu... ¡AAAH!- no pudo terminar.

Un hilo de sangre brotó de su nariz. Cuando se dio cuenta, tenía un puñal clavado en un costado.

- ¿Pero qué...?- susurró antes de caer de bruces al suelo.

El demonio que le había estado acechando sonrió triunfante, como si hubiera sabido algo que nadie más sabía, y por fin se había desecho de ello.

- Ahora a por ti, rubito...- amenazó a Yeosang.

Cuando su puñal rozó la barbilla del paladín, una luz dorada surgió de la nada, justo detrás de ellos y los cegó. Segundos después, una cabeza de demonio caía rodando al suelo sin nada que la sujetase a tierra.

~Una horas antes~

- Mi Señor, han avisado de que una horda de demonios se acerca desde el lado este de Gardenial, deberíamos elevar la protección hacia los paladines y la zona- intentó hablar uno de los capitanes de la Orden, Min Yoongi.

San no respondió. Era bastante inusual que no diera al menos algunas órdenes para que pudieran manejar la situación de la mejor manera. Su presencia no se sentía tan intensa como otras veces. Algo olía muy mal. 

- ¿Mi Señor?- preguntó Yoongi. 

Otra vez, nada. 

Se fue acercando lentamente hacia el fondo del templo, casi tembloroso de sobrepasar los límites tan duramente impuestos por San. Cuando llegó al final, se sorprendió. Él no estaba en el trono de cerámica en el que se suponía que debía estar. No había ni un solo rastro del Dios. 

Un escalofrío recorrió la espalda del capitán, confundiéndolo. 

"Nadie es lo que parece... ni si quiera los dioses".

Yoongi salió de allí como una exhalación, camino a la sede. No podía dejar aquello sin reportar. 

Mientras cabalgaba a toda prisa por las angostas calles del centro, una luz capaz de brillar más que el sol, le cegó. Y cubrió toda la ciudad. 

- ¿Qué demonios...?- dejó la pregunta en el aire. 

La luz fue deshaciendo su camino, llegando finalmente al lugar del que Yoongi volvía: el templo. 

Un pálpito le indicó que tenía que volver. 

Y al hacerlo, se llevó la sorpresa más grande de su vida. 

Un cabello dorado como briznas de heno, un rostro pálido como el mismo mármol del templo, su atuendo impecablemente blanco, brillando con una iridiscencia fuera de ese mundo. 

Allí estaba él, en carne y hueso.

San.

- Mi Señor- y le profirió una reverencia. 

- Ve y averigua qué ha sido eso, por favor. 

Yoongi no esperó más y cogió camino hacia el campo de batalla, donde lo último que habían visto, era una luz brotar del pecho de Wooyoung. 

No había rastro de los demonios cuando él llegó. Pudo observar como los paladines se reunían en una vereda apartada de la sangre y cadáveres malditos del enemigo.

- ¿Yoongi?- preguntó alguien. 

- ¡Oh, Jimin! Qué alegría me da verte... aunque sea en estas circunstancias... - dijo sintiéndose estúpido. 

- Está bien- le sonrió.- ¿Ha pasado algo?

- No lo vas a creer... Pero primero tengo una pregunta: ¿qué ha sido esa luz?

La mirada de Jimin se dirigió unos metros más allá, donde Wooyoung se arrodillaba en el húmedo suelo, apoyando las palmas de sus manos y su frente contra el suelo. 

- Algo muy serio le ha pasado... Un demonio le apuñaló y se estaba desangrando. Y entonces, la Gracia de San le devolvió a la vida. 

- Me la ha devuelto otra vez- Wooyoung apareció de la nada. 

- Pues Él... ha salido de su templo. 

El silencio reinó en todo el campo. Decenas de ojos se fijaron en su delgada figura, cuestionando miles de preguntas silenciosas. Después de miles de años, por fin alguien de esa generación le había visto, y aún así, guardaba miles de incógnitas. 

Wooyoung sintió su pecho arder con furia. Su corazón se encogía de rabia, y tristeza, y no sabía por qué. 

- ¿Le has visto...?- preguntó susurrando. 

- Sí, pero antes de eso, había desaparecido. Sospecho que la luz le hizo volver, y que tiene que ver contigo- miró a Wooyoung, escrutándole.- Iré a reportar lo que ha pasado, os llevaré noticias pronto.

Y con un saludo y una bendición, se despidió del pelotón, volviendo al templo, donde San le esperaba con ansia. 

- Jung Wooyoung, mi Señor. 

- Quiero verlo, mañana- inquirió San. 

- Que así sea. 


-º-

¡Hola! No sé qué rayos ha pasado en este capítulo, ni qué va a pasar en el siguiente, que, con suerte, será el final. Si tenéis alguna preguntita, dejarlas por ahí, ¡os responderé desde que pueda! 

Espero que estéis bien, linduras. 

Muchos abrazos,

Vics.

GARDENIAL ~ WoosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora