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- Quiero volver a tener hambre para comer unas papas-fue el comentario de Erika, quien solo veía por la gran ventana del departamento donde se quedaba para apreciar y casi contar los autos y personas que pasaban por las calles

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- Quiero volver a tener hambre para comer unas papas-fue el comentario de Erika, quien solo veía por la gran ventana del departamento donde se quedaba para apreciar y casi contar los autos y personas que pasaban por las calles. Debía admitir que extrañaba salir y sentir la brisa del viento chocar contra su rostro, o caminar por la playa mientras comía helado y disfrutaba.

Tal vez debió aprovechar más todo eso antes.

- Hay personas que no tienen dinero para comprar comida y desean no tener hambre-respondió el hombre que se preparaba un té desde la pequeña sala de estar, quien suspiró suavemente al saber que tendría otra de las tantas conversaciones extrañas con el fantasma que podía ver y escuchar.

No negaba que la chica tenía muchos pensamientos que le podían provocar dolor de cabeza, pero aún así sabía que no era mala y que debía ayudarla como el sanador que deseaba ser en el futuro. Este notó que la mirada cansada de la menor se fijó en él, por lo que soltó una leve risa antes de seguir hablando.

- No estoy pidiendo que agradezcas no tener hambre-aclaró revolviendo el líquido caliente con una pequeña cuchara-. Solo te aconsejo no quejarte todo el tiempo con cada cosa que quieres o no puedes hacer.

La de cabellera blanca hizo un puchero mientras se alejaba del vidrio y caminaba hacia donde estaba el felino que le pertenecía al que estaba vivo, quien no la veía y por eso seguía jugando con un pequeño ratón de juguete. Ella pareció verse algo más triste y se mantuvo de pie mientras veía al animal con la mirada algo vacía.

- Siempre quise tener un gato-mencionó ahora arrugando un poco el entrecejo para sentir la atenta mirada del mayor en ella. Pensó por un momento para luego continuar-. Mi padre nunca me permitió tener mascotas, le molesta que asuma una responsabilidad que probablemente no pueda cumplir.

Hagimoto alzó una ceja, pensando si realmente estaba bien a la chiquilla: no sabía, pero había algo que le ayudaba a averiguar ello. Cambiar de tema se le hacía poco común en ella, hasta le parecía extraño.

- ¿Qué te sucede hoy?-cuestionó el castaño para luego tomar con cuidado la taza y beber un sorbo del té de menta, por lo cual hizo una pequeña mueca ya que estaba caliente y se quemó un poco la lengua.

Vaya tonto, pensó ella.

- ¿Por qué preguntas eso?-devolvió la femenina mientras se recostaba en el gran sofá del lugar, donde ni se inmutaba este ya que era como una pluma sobre las cosas, donde cuando quería podía pasar sobre estas o tocarlas como si pudiera hacerlo en realidad. El contrario la miró seriamente.

- No te gusta hablar de tu padre si no es necesario.

- ¿Y eso qué?

- ¿Me ves cara de idiota?-fue la pregunta que le hizo sacar una pequeña sonrisa a la chica, la cual cerró un ojo y con su mano indicó lo que sería una pequeña cantidad.

𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓𝐈𝐍 | Midoriya Izuku [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora