❝ 09 ❞

781 115 41
                                    

— Adan, ya entendí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Adan, ya entendí.

— Pero creo que realmente vino primero el huevo y después la gallina, ¿y si fue la naturaleza quien lo trajo al mundo?

Erika suspiró agotada, dejando caer su cabeza sobre la mesa. Agradecía que realmente no sintiera ni sonara el golpe.

— Tú ganas—logró decir aún escondiendo su rostro sobre la madera, sintiendo la victoriosa sonrisa del contrario que probablemente también la veía.

— Aún es algo debatible—dijo intentando que la chica quiera seguir discutiendo del tema, pero esta misma negó sin pensarlo.

— No gracias, ¿hubieras hablado de todo eso con tus hijos?—preguntó aún algo molesta la joven. Él pareció pensar un momento antes de responder.

— No sé, probablemente nunca lo sepa—susurró mientras bajaba por un momento la mirada. Luego soltó una débil risa—. Quería distraerte por tus nervios.

Erika bufó con una mirada apenada; no quería incomodarlo. Era verdad que estaba nerviosa, y el que ya era un poco tarde le aterraba de solo imaginarse situaciones que probablemente hayan pasado.

¿Cambió de opinión? ¿Tuvo un contratiempo? ¿Ocurrió algún accidente?

¿La dejó de querer...?

Ante esta última idea puesta en su mente, sintió cómo su mano se acercó a la otra para comezar a rascar esta, lamentándose desde sus adentros que su mala costumbre no desapareciera completamente.

— ¿Crees que le falte mucho?—preguntó en tono bajo y suave, ganando la atención del mayor que le dio una leve sonrisa para apoyarla.

— Es viernes, tal vez esté haciendo algo con sus amigos y ya vendrá—intentó animarla, levantándose de su asiento para tomar el plato que estaba usando para comer mientras tenían sus charlas.

Erika se mantuvo en su asiento, pues no quería molestar a Adan diciéndole que guardara su silla o que incluso la escuchara hablar del mismo tema de siempre.

Antes de hacer cualquier otra cosa, se fijó en las piedras que estaban justo al centro de la mesa. Habían de distintos tamaños, todas dándole un lindo toque al mueble; cuarzo rosa, amatista, ámbar, turquesa...

— Dicen que estas piedras no sirven de nada—comentó cuando el dueño iba a entrar a la cocina, pero frenó para observar a la fantasma, alzando una ceja.

— Sí, eso dicen algunos. Incluso se burlan—complementó el hombre quedándose intacto, de pie mirando también la decoración.

Erika extendió su mano hacia estas, como si quisiera sentirlas a pesar de no poder tomarlas y sostenerlas como una persona viva.

— Pero en realidad tienen tanta belleza...—fueron las palabras de la joven que provocaron una ligera sonrisa en su amigo, quien pensó que realmente aquella chiquilla era un caso extraño pero querido.

𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓𝐈𝐍 | Midoriya Izuku [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora