—Vuestros hijos y amigos nunca os olvidarán.—Resopla Gilbert,—En todas las lápidas ponen eso, no entiendo por que no nos dejaron poner una dedicatoria más original.—Lo siento, señor Blythe, pero si no hay parientes por parte de la familia no podemos hacer nada.—Dice el cura a su lado,—Por ahora solo nos toca desear que en paz descansen, y que dios los acompañe. Les deseo lo mejor, que el altísimo esté con vosotros.
Anne mira a los niños sentados en el banco, aun con lágrimas en los ojos. Suspira y se acerca a Gilbert, este se da la vuelta y los mira,—Parecen tan vulnerables... Ojalá estuviesen aquí.
—Y lo están.—Aclara en posando una mano en su hombro,—Las personas no mueren hasta que se olvidan. Y créeme, Di y Jerry no van a ser olvidados nunca.
—Chicos...—Dice Josie secándose una lágrima de las muchas que tiene,—Nosotros... Ya nos vamos, llevad a los niños con la aseguradora social y ya veremos lo que hacemos.
Ellos asienten y se despiden con abrazos entre todos. Luego se acercan a donde los niños restan mirando al suelo,—Hey...—Levantan la cabeza desesperados,—¿Vamos? Este sitio es muy triste.
Ellos asienten, siendo Valiere la que se frote los ojos con tristeza y abra los brazos para que el pelinegro la coja en brazos. A su lado Eddie la imita en dirección a Anne, y estes aceptan, mientras que le hacen un gesto a Edith y Adrien para que los siguiesen.
Ellos obedecieron fielmente, Anne y Gilbert iban con los infantes delante, mientras que Edith y Adrien iban al lado cabizbajos. El segundo se acercó a ella y bufó,—Nos van a abandonar.
—Que novedad.—Resopló ella con burla mientras se centraban en Gilbert y Anne, que iban ajenos a la realidad mientras caminaban al coche,—¿Y estes qué?
—¿Que pasa?
—No, nada.—Dice ella negando con la cabeza,—Ósea, Diana y Jerry hablaron de unos papeles antes de morir. Cuando nos adoptaron.
El se rascó la nuca,—¿Que insinúas?
—No lo sé, absurdités (tonterías)—Dice negando con la cabeza de nuevo. Mira al frente y le agarra la mano a su hermano,—Estaremos bien.
Este le da una sonrisa reconfortante antes de meterse en el coche. Pasaron el trayecto dándose miradas tranquilas haciéndole saber al otro que iban a estar bien, y que no volverían a ese horrible orfanato.
Una vez con la aseguradora social, Edith y Adrien la miraron con un poco de desprecio. Les había tocado la misma de todos los años, era de las pocas aseguradoras que se preocupaba por los niños.
Bella, una mujer de unos cuarenta años, bastante esbelta y bastante maquillada. Con ella venía su marido William, un hombre pelirrojo bastante atractivo y muy bien vestido.
Los dos eran partícipes en el orfanato muy a menudo; ayudaban a los niños, les daban juguetes, intentaban convencer a familias de confianza para que se los llevasen. Y aun que parecían muy dedicados a su trabajo, todo el mundo sabía que habían nacido para ser jefes de la compañía A.s.c., una organización de espionaje bastante conocida en el país. Y más ahora, que se acaba de descubrir a los mafiosos que habían estado vendiendo a mujeres, drogas, armas...
Con una sonrisa la mujer se dirigió a los niños, posando una mano en el hombro de Adrien,—Hola chicos, siento mucho la situación que estáis pasando... También siento deciros que hasta que no resolvamos y atemos lazos con lo de vuestra custodia os tendréis que quedar en el orfanato.
Adrien suspiro frustrado mientras quitaba de un manotazo el brazo de Bella de encima suyo,—¡Joder! ¡Siempre lo mismo!
—Adrien, calma—
—¿¡Calma de que?! ¡Nos estáis llevando de un sitio para otro como si fuésemos mercancía!—Dijo dándole una patada a un sillón,—¡Vaya mierda todo!
Mientras el rubio se alejaba cabreado su hermana corría detrás de él intentándolo calmar. Anne miró entristecida el panorama y se acercó a Bella,—¿Podemos hablar de la custodia?
Ella asintió mientras le hacía una seña a los demás para ir a una sala. Una vez dentro y sentados la mujer comenzó a hablar.—Chicos, no os quiero presionar, sé que sois jóvenes y todo pero sois la única solución de eses cuatro chiquillos.
—¿A que se refiere?—Dijo Gilbert confuso.
William, que llevaba tiempo esperando se adelantó,—Diana y Jerry, Antea de morir, firmaron unos papeles dejándoos a vosotros como tutores legales de Adrien, Edith, Valiere y Eddie. Y si la ley no aprueba eso, o vosotros mismos, ellos estarán obligados a estar en un orfanato. De primeras, el juez dijo que lo más posible es que si queréis, podéis.
La cara de los jóvenes era un cuadro al escuchar eso. Las emociones y sensaciones see algo nuevo los aterraba, y sin duda mantenían la idea de su odio interminable de por medio.
Anne, que estaba que se tiraba de los pelos salió de la habitación boquiabierta susurrando,—Yo... Necesito pensar.
William salió tras ella,—Os traeré algo de comer, os vais a quedar en los huesos.
Gilbert y Bella se quedaron solos en la habitación, con un silencio angustiante. La mujer permanecía viendo desde la puerta entreabierta con una sonrisa como unos niños correteaban jugando al Pilla pilla.
Gilbert miró en su dirección, viendo como los ojos de ella brillaban con adoración,—¿Te gustan los niños, no?
—¿Ah?
—Que te gustan los niños, eso es lo que parece.—Agregó el pelinegro señalando a los infantes corriendo.
—Oh si, yo tengo dos hijos. Bueno, ahora ya no son tan niños, uno es un amor conmigo, y la otra... Ya ni me mira.—Dijo mirando al suelo cabizbaja.—Yo fastidié muchas cosas, Gilbert. Ojalá ella pudiese entender que... No sé. Solo te doy un consejo de corazón, no se como se siente perder un padre, pero si un hijo. No cometas el mismo error que yo, tú eres joven y eso, pero puedes alegrarle la vida a cuatro niños con tu compañía. Tú, que tienes la oportunidad, dale a esos niños una familia, y no hagas que cuando tengan viente años te miran con asco a la cara.
Las palabras de la de orbes avellana llegaron al corazón del pelinegro como una estaca. Cada palabra parecía ser escupida por ella con dolor y frialdad, se notaba la brusquedad en su mirada y la frustración en su voz rota. Pareció captar el mensaje, con el aconsejó incluído.
Se levantó y asintió,—No la defraudaré, Bella.—Abrió un poco más la puerta y antes de irse por ella le dio un último vistazo a la dama.—Ah, y otro consejo de corazón por mi parte. No sé cómo es su hija, no la conozco, ni nada, pero estoy seguro de que si habla con ella, de alguna manera podrá entender la situación. Hágala saber que la quiere, que la ama. Protégela como no lo hiciste antes. A veces las acciones de un ser querido pueden cambiar mucho nuestros corazones, y estoy seguro que el de su hija se abrirá a usted en cuanto le cuente lo muy arrepentida que está.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de Bella y se levantó mirándolo,—Gracias, Gilbert.
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Maldita buena suerte. (Anne♡Gilbert)
Fiksi PenggemarHijos: Una palabra horrorosa para muchos, y un milagro para otros. Te gastan dinero, tiempo, estar con amigos... Pero con el tiempo te das cuenta de que los amas tanto como no los aguantas. ¿Pero quien diría que cuatro diablillos se convertirían en...