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Su mano diestra se pasó por el largo de su frente, miro brevemente con orgullo lo que había logrado en esa tarde, no había sido la gran cosa, pero sí que que se veía mejor toda la fachada del jardín.
Había logrado bastante para un día y eso nadie podría negárselo, sacó de su bolsillo derecho aquel aparato electrónico que ya llevaba un rato vibrando, estaba lista para irse, después de todo ya había limpiado sus brazos que eran los lugares donde mayormente se había acumulado la tierra, obviamente intentando no mojar el sencillo vendaje .
Sus prendas no se encontraban tan sucias y se agradecía a ella misma internamente por haber mantenido cuidado en eso, prendió la pantalla del celular encontrándose con las múltiples notificaciones de sus redes sociales y mensajes de texto provenientes de Uraraka.
Deslizó su dedo por la pantalla eliminando las notificaciones, este se movió al icono de llamada marcando así el número de celular de su amiga, por mala suerte este no era atendido, dejando el típico tono que recomendaba dejar tu mensaje, suponía que estaba ocupada y no tenía la intención de interrumpir lo que fuese que estaba haciendo, por lo que seguido lo encajó en su bolsillo para guardarlo.
No tenía que más hacer ahí por ese día, salió a recepción dejando su nombre a la administradora afirmando que estuvo presente en su jornada laboral y seguido de eso salió a las afueras del hostal.
Tenía en mente regresar al mismo local que el día anterior, era mejor que pedir comida a domicilio según su parecer, se encontraba algo agotada pero no lo suficiente como para que se quedara el resto de la tarde acostada en su cama. Algo bastante particular en Tsuyu era lo poco que le interesaba mantener una tarde de ocio, quería mantenerse productiva haciendo cualquier actividad necesaria o para pasar el rato.
Le encantaba de manera singular el delicioso aroma que se emitía desde el interior del local, la hacia sentir un leve sentimiento de compañía y nostalgia, le traía recuerdos de las comidas que preparaba su madre y las múltiples bromas de su padre cada que se equivocaba en algún ingrediente o condimento en específico. Había leído por algún lugar sobre lo buena que había sido la reseña los últimos meses, poco estuvo asistiendo a tal comedor, sin embargo en aquellos días siempre obtuvo un servicio aceptable.
— Buenas tardes, ¿Está lista para ordenar? – Ahí estaba nuevamente el joven de cabellera rojiza, sus comisuras formaban una sonrisa llena de emoción, bastante contagiante, pues se dispuso a responder de la misma manera
— Sí, un plato de Sashimi, por favor. – Exclamó después de leer el menú renovado del día.
— ¿Algo de beber? – Dijo el chico después de anotar en la libreta que estaba en su mano.
