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( Capítulo especial desde el punto de vista de Bakugo, momentos antes, durante y después del desmayo de Asui )
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Un simple fondo en blanco, la desesperación en descubrir lo faltante a su interior que tanto le atormentaba desde su llegada, no lo había experimentado nunca, pero se sentía miserable.
Y se se encontraba aún más miserable por tan solo pensar que así se sentía. ¡Un mierda! Pensamientos contradictorios y locas teorías de su amigo, eso era lo que le volvía loco. Necesitaba únicamente concentrarse en su trabajo, pero el vacío dentro lo distraía de toda obligación.
¿Por qué? Tenía un sueldo estable, vivía en un lugar que estaba sobre sus estándares, una vida activa, y demás cosas que podrían considerarse un gran logro, y aún así todo parecía no existir. Por su maldita culpa. No había razón para confundirse por una simple extraña a la que únicamente le había ayudado en algo leve, la única persona que se había dignado en enfrentarlo al apenas conocerlo, esa misma que por agradecimiento al ridículo vendaje dejo un regalo de manzanas verdes en su puerta.
A quien había brindado de su ayuda en mucho tiempo.
Él y su maldito problema de darle vueltas a un asunto, la almohada antes puesta para su cabeza ahora se encontraba caída en el balcón gracias a la frustración, reviso la hora en el reloj sobre la mesa de noche, eran con exactitud las 4:34 de la madrugada, ¿¡Qué mierda hacia despierto a esa hora!? Maldijo en todos los idiomas que reconocía a la misma femenina de verdoso cabello que ocupa de manera estúpida sus pensamientos.
Asuntos importantes se abrirían en la mañana y ya se encontraba perdiendo sus horas de sueño, ni siquiera un primer amor lo había mantenido despierto toda la noche, no permitiría que la estúpida jardinera lo haga.
Se levantó de la cama dispuesto a tomar una pastilla para dormir y así olvidar todo, sin embargo en pocos minutos ya se encontraba reposando sobre las barandas del balcón que daban hacia el frente del alto edifico, las corrientes de aire se hacían paso rodeando los extremos de su torso desnudo, pero para si mismo el frío parecía no hacerle efecto.
En lugar del placebo para descansar, en su mano ya hacía lugar un cigarrillo encendido, la propuesta de no fumar se había vuelto completamente imposible de cumplir.
[ ••• ]
A pesar de no haber pegado el ojo más de 30 minutos en la noche, su cuerpo aún tenía la energía suficiente para encontrarse con quién requeriría su presencia y que a base de amenazas repudientes lo había obligado a asistir esa mañana. Una chaqueta negra junto las llaves de la motocicleta fueron lo último que tomo antes de salir del departamento, recibió un animado saludo por parte de la recepcionista que parecía organizar la información de los huéspedes entregada recientemente.
