Capítulo 8

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"Mafia a la vista"

James:

Abrí los ojos ante el pitido de la máquina, estaba totalmente aturdido, me dolía todo el cuerpo, estaba conectado a unas máquinas y a un respirador. Kailan estaba dormida a mi lado con la cabeza recostada en el borde de la cama, a juzgar por la hinchazón de sus ojos estuvo llorando mucho tiempo.

—Bienvenido de vuelta Señor James—susurró un enfermero con cara de cumpleaños.

Yo solo asentí y me quité el respirador, los sueros y me dispuse a sentarme en la cama.

—¿James?— saltó Kai acabada de despertar.

—Hola preciosa— musité dedicándole una sonrisa.

Ella sin decir una palabra me abrazó con todas su fuerzas. Tenía olor a sentimientos, noches sin dormir y mucha esperanza, no podría describir la sensación de calma que emana esta mujer.

—Creí que te perdía— suspiró en mi cuello pegada a mí.

—Creo que hacen falta más de un chino para hacerme caer mi amor—musité acariciando su cabello desordenado.

Me apretó un poco más sacándome todo el aire, en cuanto se dio cuenta se apartó y miró su celular.

—¿Y Jack?— pregunté por mi mejor amigo ausente.

—Estuvo toda la noche conmigo y luego yo...— habló Kai nerviosa.

—Señorita usted se quedó dormida y su amigo se retiró, no parecía encontrarse bien— musitó el enfermero mirando a Kailan con ojos de depredador.

—Gracias por tus servicios, ya puedes retirarte— dije ronco, echándole de una vez fuera de mi vista.

El hombre solo asintió y luego miró a Kai guiñándole un ojo. Aquello me dió mucha rabia que olvidé que los aparatos seguían conectados y el pitido de la máquina se aceleró saltando la alarma de la pelirroja tatuada.

En ocasiones olvido los tatuajes de Kai porque desde que llegamos a Estados Unidos se ha empeñado en taparlos y esconderlos. Si supiera lo sexy que se ve con esos dragones y esos tribales aztecas no los ocultaría.

Estaba vestida con una blusa de tirantes finos y un mono blanco, sus pies estaban desnudos y rojizos por el frío. No traía maquillaje pero se veía espectacular con sus pecas y el contraste entre su piel y su cabello.

—¿Qué me miras?— sonrió nerviosa.

—Es que no entiendo porqué cada vez que te veo me enamoro de ti aún más— murmuré acariciando sus mejillas con mis cuatro primeros dedos.

—Lo que no entiendo cómo dices amarme y terminas aferrado al cuerpo desnudo de Nirvana— escupió amarga, parecía celosa y eso me volvía más loco por ella.

—No seas ingenua— musité— A Nirvana la odio, además que no puede compararse contigo jamás— agregué tomando su cara con mis manos.

—Júrame que por ella no sientes nada más que odio— reclamó con mucha jerarquía.

—Lo juro— dije para luego besar esos hermosos labios.

Ella me correspondió apasionada, es como si lo hubiera estado esperando hace mucho. La respeto mucho y por ello siempre defendí su espacio personal, nunca me le acerqué de manera indebida y traté de ser más que un caballero con ella.

Nuestras respiraciones se agitaron demasiado, sentía el calor de sus mejillas en las palmas de mis manos. Ella solo masajeaba mi pecho con sus finas manos. Entre mordidas y otras cosas el sonido del puto monitor pitando nos interrumpió. Al parecer ese calor estaba aumentando la presión de mi cuerpo y acelerando considerablemente mis latidos.

Bells MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora